Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы).
Primera parte. Libro II. Una reunión fuera de lugar.
Capítulo VII. Un seminarista ambicioso

CAPÍTULO VII

UN SEMINARISTA AMBICIOSO

Aliocha condujo al starets ó en su lecho. Era una reducida habitación sin más muebles que los indispensables. La cama era estrecha, de hierro, y una simple manta hacia las veces de colchón. En un rincón se veían varios iconos y un facistol en el que descansaban la cruz y el Evangelio. El starets se dejó caer, exhausto. Una vez sentado, miró fijamente a Aliocha, con gesto pensativo:

-Vete, querido, vete. Con Porfirio tengo suficiente ayuda. El padre abad lo necesita. Has de servir la mesa.

-Permitame que me quede -dijo Aliocha con voz suplicante.

í haces más falta. No hay paz entre ellos. Servirás la mesa y serás útil. Si te asaltan los malos espíritus, reza. Has de saber, hijo mío -al starets í-, que en el futuro te puesto no estará aquí. Acuérdate de esto, muchacho. Cuando Dios me haya juzgado digno de comparecer ante él, deja el monasterio, márchate en seguida.

Aliocha se estremeció.

-Qué te pasa? -le preguntó el éste por el momento. Tienes una gran misión que cumplir en el mundo, y yo te bendigo y te envio a cumplirla. Peregrinarás durante mucho tiempo. Tendrás que casarte: es preciso. Habrás de soportarlo todo hasta que vuelvas. La empresa no será fácil, pero tengo confianza en ti. Sufrirás mucho y, al mismo tiempo, serás feliz. Esta es tu vocación: buscar en el dolor la felicidad. Lucha, lucha sin descanso. No olvides mis palabras. Todavía hablaré otras veces contigo, pero mis días, a incluso mis horas, están contados.

El semblante de Aliocha reflejó una viva agitación. Sus labios temblaban.

-Qué te pasa? -le preguntó, sonriendo, el stárets-. Que las personas mundanas lloren a sus muertos. Aquí nos alegramos cuando un padre agoniza. Nos alegramos y rogamos por él. Déjame. Tengo que rezar. Vete, vete pronto. Debes estar al lado de tus hermanos; no sólo de uno, sino de los dos.

El starets ó la mano para bendecirle. Aunque experimentaba grandes deseos de quedarse, Aliocha no se atrevió a hacer ninguna objeción ni a preguntar lo que significaba la profunda inclinación del starets ante su hermano Dmitri. Sabía que el ía explicado espontáneamente si hubiera podido. Si no se lo decía era porque no se lo debía decir. Aquella prosternación haste tocar el suelo había dejado estupefacto a Aliocha. Tenía alguna finalidad misteriosa. Misteriosa y a la vez terrible. Cuando hubo salido del recinto de la ermita sintió oprimido el corazón y tuvo que detenerse. Le parecía estar oyendo las palabras del que predecían su próximo fin. Las predicciones minuciosas del starets ían: Aliocha lo creía ciegamente. Pero cómo podría vivir sin él, sin verlo ni oírlo? Y adónde iría? El starets ía ordenado que no llorase y que dejara el monasterio. Señor, Señor...! Hacía mucho tiempo que Aliocha no había experimentado una angustia semejante.

Atravesó rápidamente el bosquecillo que separaba la ermita del monasterio y, sintiéndose incapaz de soportar los pensamientos que le abrumaban, se dedicó a contemplar los pines seculares que bordeaban el sendero. El trayecto no era largo: quinientos pasos a lo sumo. A aquella hora no solía haber nadie en el camino. Sin embargo, en el primer recodo Aliocha se encontró con Rakitine. Evidentemente, éste esperaba a alguien.

í? -le preguntó Aliocha al llegar a su lade.

-Sí -dijo Rakitine sonriendo-. Vas a la comida que da el padre abad: lo sé. Desde el día que recibió al obispo y al general Pakhatov, ya recordarás, no había celebrado ningún festín. Yo no estaré allí, pero tú sí, porque has de servir la mesa... Oye, Alexei: lo esperaba para preguntarte qué significa ese misterio.

-Qué misterio?

ósimo?

-Sí.

-Un topetazo?

-Ya veo que me he expresado de un mode irreverente. Pero no importa. Qué significa ese misterio?

-Ya sabía yo que no te lo explicaría. La cosa no me sorprende. Estoy acostumbrado a las santas cuchufletas. Pero todo está hecho con premeditación. Ahora las bocas van a tener trabajo en el pueblo, y por toda la provincia correrá la pregunta: "Qué significa ese misterio?" A mí me parece que el viejo, con su perspicacia, ha olfateado el crimen. Vuestra casa apesta a eso.

-Qué crimen?

Rakitine deseaba dar suelta a su lengua.

á un crimen: entre tus hermanos y tu acaudalado papá. Ahí tienes per qué el padre Zósimo ha tocado el suelo con la frente. Así, después se dirá: "Eso lo predijo, lo profetizó el santo ermitaño." Sin embargo, qué profecía puede haber en darse un golpe en la frente? Otros dirán que es un acto simbólico, alegórico y sabe Dios cuántas cosas más. El caso es que todo esto se divulgará y se recordará. Se dirá que previó el crimen y señaló al criminal. Los " inocentes" obran así: hacen sobre la taberna la señal de la cruz y lapidan el templo. Y así precede también tu

-Pero qué crimen?, qué asesino? De qué estás hablando?

ía quedado clavado en el sitio. Rakitine se detuvo también.

-Come si no lo supieras! Apostaría a que ya habías pensado en ello. Oye, Aliocha; tú dices siempre la verdad, aunque siempre estás sentado entre dos sillas. Has pensado en eso? Contesta.

í, he pensado -dijo Aliocha en voz baja.

Esta afirmación impresionó vivamente a Rakitine.

én tú lo habías pensado ya? -exclamó.

-No, no es que lo haya pensado -murmuró Aliocha-; es que al oírte decir todas esas cosas raras que has dicho, me ha parecido haberlo pensado.

-Óyeme: hoy, viendo a tu padre y a tu hermano Mitia, has pensado en un crimen, verdad?

ó Aliocha, turbado-. Qué es lo que te hace sospechar todo eso? Y, sobre todo, per qué te interesa tanto esta cuestión?

ógicas. Responderé a ellas per separado. Qué es lo que me hace sospechar todo esto? Yo no habría sospechado nada si hoy no hubiera comprendido, de pronto y enteramente, cómo es tu hermano Dmitri Fiodorovitch en relación con cierta línea. En las personas rectas, pero sensuales, hay una línea que no se debe franquear. Por eso creo a Dmitri capaz de dar una cuchillada incluso a su padre. Y como su padre es un alcohólico y un libertino desenfrenado que jamás ha conocido la medida en nada, uno de los dos no podrá contenerse, y, plaf!, los dos a la fosa.

-Si sólo te fundas en eso, Micha, respiro. Las cosas no irán tan lejos.

-Entonces, por qué tiemblas? Te lo voy a decir. Por recto que sea tu Mitia (pues es tonto, pero recto), es, ante todo, un sensual. En esto se basa su naturaleza. Su padre le ha transmitido su abyecta sensualidad... Oye, Aliocha, hay una cosa que no comprendo: cómo puedes ser virgen? Eres un Karamazov, y en tu familia la sensualidad llega al frenesí... Tres Karamazov sensuales se espían con el cuchillo en el bolsillo. Por qué no has de ser tú el cuarto?

-Te equivocas en lo que concierne a esa mujer -dijo Aliocha, estremeciéndose-. Dmitri la desprecia.

ío, hay algo que tú no comprendes todavía. Si un hombre queda prendado del cuerpo de una mujer, incluso solamente de una parte de su cuerpo (un voluptuoso me comprendería en el acto), es capaz de entregar por ella a sus propios hijos, de vender a su padre, a su madre y a su patria. Aunque sea honrado, robará; aunque sea bueno, asesinará; aunque sea fiel, traicionará. El cantor de los pies femeninos, Pushkin, los ha ensalzado en verso. Otros no los cantan, pero no pueden mi- Írarlos con serenidad. Y eso que sólo se trata de los pies...! En estos casos, el desprecio no puede nada. Tu hermano desprecia a Gruchegnka, pero no puede libertarse de ella.

-Comprendo todo eso que dices -declaró Aliocha súbitamente.

-De veras? Para haberlo confesado tan rápidamente es preciso que lo comprendas -dijo Rakitine con maligno júbilo-. Es una declaración preciosa, y más aún habiéndola hecho impensadamente. Por lo tanto, la sensualidad es para ti cosa conocida: ya has pensado en ella! Ah, la gatita muerta! Eres un santo, Aliocha, no cabe duda; pero eres también una gata muerta, y sólo el diablo sabe lo que no has pensado todavía y lo que dejas de saber. Eres k virgen, pero conoces el fondo de muchas cosas. Hace tiempo que lo vengo observando. Eres un Karamazov, un Karamazov de pies a cabeza. Por lo tanto, la raza y la selección significan algo. Tu padre te ha legado la sensualidad y tu madre la inocencia. Por qué tiemblas? Eso prueba que tengo razón. Sabes lo que me ha dicho Gruchegnka? "Tráemelo (se refería a ti) y yo le arrancaré el hábito." Y, ante su insistencia, me he preguntado por qué sentiría tanta curiosidad por ti. Es una mujer extraordinariá, sabes?

-Júrame que le dirás que no iré -dijo Aliocha con una sonrisa forzada-. Acaba de decirme. lo que tengas que decir, Micha. En seguida te expondré yo mis ideas.

á tan clara que no necesita explicación. Es como una vieja canción, querido. Si tú tienes un temperamento sensual, cómo no ha de tenerlo tu hermano Iván, que es hijo de la misma madre? También él es un Karamazov, y todos los Karamazov son de naturaleza en extremo sensual y algo dementes. Tu hermano Iván se entretiene ahora escribiendo artículos de teología, con propósitos estúpidos, puesto que es ateo, bajeza que confiesa. Por otra parte, se dedica a conquistar a la novia de su hermano Mitia y, al parecer, está cerca de conseguirlo. Cómo puede ser esto? Puede ser porque tiene el consentimiento del propio Mitia, que le cede la novia con el único fin de deshacerse de ella y poder unirse a Gruchegnka. Y todo esto, obsérvalo, a pesar de su nobleza y de su desinterés. Estos individuos son los más temibles, porque le desorientan a uno. Reconocen su vileza, pero no dejan de conducirse vilmente. En fin, escucha lo que viene ahora. Un viejo se opone a los planes de Mitia, y ese viejo es su propio padre. Pues éste está locamente encaprichado de Gruchegnka: la boca se le hace agua cuando la mira. Ya ves el escándalo que ha armado a causa de ella, sólo porque Miusov ha osado calificarla de criatura depravada. Está más enamorado que un gato. Al principio, Gruchegnka estaba sólo a su servicio en ciertos negocios sucios. Después, tras haberla observado atentamente, se dio cuenta de que le gustaba, y desde entonces no piensa más que en ella y no cesa de hacerle proposiciones, deshonestas, por supuesto. Pues bien, aquí es donde chocan el padre y el hijo. Pero Gruchegnka no se declara en favor ni del uno ni del otro; está vacilante y mantiene a los dos en la inquietud; se pregunta cuál de los dos le conviene más, pues si bien es verdad que al padre le puede sacar mucho dinero, éste no se casará con ella jamás y tal vez llegue un momento. en que cierre su bolsa, mientras que ese pobretón de Mitia puede ofrecérle su mano. Sí, es capaz de eso. Abandonará a Cataiina Ivanovna, su prometida, una belleza incomparable, rica, noble, hija de un coronel, por casarse con Gruchegnka, que hasta hace poco fue la amante de Samsanov, viejo mercader, mujik án. Así matará dos pájaros de un tiro: será dtieño de Catalina Ivanovna, de la que está enamorado, y se embolsará una dote de sesenta mil rublos, cosa nada desdeñable para un pobre farsante como él. Y observa una cosa: obrando así, no solamente no ofenderá a Mitia, sino que éste le quedará agradecido para toda la vida. Sé de buena tinta que la semana pasada, en un restaurante donde estaba borracho en compañía de unos bohemios, Mitia dijo a voces que era indigno de Katineka, su prometida, y que su hermano Iván, en cambio, era digno de ella. Catalina Ivanovna acabará por aceptar a un hombre tan encantador como Iván Fiodorovitch. Ahora vacila entre los dos hermanos. Pero qué veis en ese Iván para quedaros con la boca abierta ante él? Iván Fiodorovitch se rie de vosotros.

-De dónde has sacado todo eso? En qué te fundas para hablar con esa seguridad? -preguntó Aliocha, de súbito y frunciendo las cejas.

-Y por qué me interrogas temiendo por anticipado mi respuesta? Eso quiere decir que sabes que he dicho la verdad.

ático Iván. A Iván no le atrae el dinero.

únicamente de dinero, aunque sesenta mil rublos sea una cifra seductora.

án tiene miras más altas. Los miles de rublos no le deslumbran. No busca el dinero ni la tranquilidad: lo que sin duda busca es el sufrimiento.

-Otra fantasía! Vivis en el limbo!

íritu está cautivo. Hay en él una gran idea de la que todavía no ha encontrado la clave. Es una de esas personas que no necesitan millones, sino la solución de su pensamiento.

-Eso es un plagio, Aliocha: repites las ideas de tu staretsán os ha planteado un enigma -exclamó con visible animosidad Rakitine, cuyo semblante se alteró mientras sus labios se contraían-. Un enigma estúpido en el que no hay nada que adivinar. Haz un pequeño esfuerzo y lo comprenderás todo. Su artículo es ridículo y necio. Le he oído perfectamente cuando ha desarrollado su absurda teoría. "Si no hay inmortalidad del alma, no hay virtud, lo que quiere decir que todo está permitido." Recuerda que tu hermano Mitia ha dicho sobre esto que lo tendría presente. Es una teoría seductora para los bribones... No; para los bribones, no. Esta vehemencia me trastorna... Es seductora para esos fanfarrones dotados de "una profundidad de pensamiento insondable". Es un charlatán, y su teoría, una bobada. Por lo demás, aunque no crea en la inmortalidad del alma, la humanidad hallará en si misma el vigor necesario para vivir virtuosamente. Esa fuerza se la proporcionará su amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad.

ía entusiasmado y apenas podía contenerse. Pero, de pronto, se detuvo como si se acordara de algo.

-Bueno, basta ya! -dijo con una sonrisa forzada-. De qué te ries? Crees que soy tonto?

-No, eso ni siquiera me ha pasado por el pensamiento. Eres inteligente, pero... En fin, dejemos esto. He sonreído tontamente. Comprendo que te acalores, Micha. Tu vehemencia me ha hecho comprender que Catalina Ivanovna te gusta. Ya hace tiempo que lo sospechaba. Por eso Iván no te es simpático. Tienes celos.

-Llega hasta el final; di que los celos se deben también al dinero de ella.

-Lo creo, porque eres tú quien lo dice. Pero que el diablo os lleve a ti y a tu hermano Iván. Ninguno de los dos comprendéis que, dejando aparte a Catalina Ivanovna, Iván no es nada simpático. Por qué he de quererle, demonio? Él me insulta. No tengo derecho a devolverle la pelota?

-Nunca le he oído hablar ni bien ni mal de ti.

-No? Pues me han informado de que anteayer, en casa de Catalina Ivanovna, habló mucho de mí, tanto interesa este amigo tuyo y servidor. Después de esto, querido, no está claro quién está celoso de quién. Dijo que si no me resignaba a la carrera de archimandrita, si no visto el hábito muy pronto, partiré hacia Petersburgo, ingresaré en una gran revista como critico y, al cabo de diez años, seré propietario del periódico. Entonces le imprimiré una tendencia liberal y atea, a incluso cierto matiz socialista, aunque tomando precauciones, es decir, nadando entre dos aguas y dando el pego a los imbéciles. Y tu hermano siguió diciendo que, a pesar de este tinte de socialismo, yo ingresaría mis beneficios en un Banco, especularía por mediación de un judío cualquiera y, finalmente, me haría construir una casa que me produjese una buena renta, además de servirme para instalar la redacción de mi revista. Incluso señaló el sitio donde se levantaría el inmueble: cerca del puente de piedra que se proyecta construir entre la avenida Litenaia y el barrio de Wyborg.

ó Aliocha, echándose a reír alegremente sin poderlo remediar-. A lo mejor, eso se cumple punto por punto.

én tú te burlas, Alexei Fiodorovitch!

-No, no; ha sido simplemente una broma! Perdóname. Estaba pensando en otra cosa. Pero, oye: quién te ha dado todos esos detalles? Porque tú no estabas en casa de Catalina Ivanovna cuando mi hermano habló de ti, verdad?

-No, no estaba. Pero Dmitri Fiodorovitch refirió todo esto en casa de Gruchegnka y yo le oí desde el dormitorio, de donde no podía salir mientras estuviera allí Mitia.

-Parienta mía? Gruchegnka parienta mía? -exclamó Rakitine, enrojeciendo hasta las orejas-. Has perdido el juicio? No sabes lo que dices!

ómo? No es parienta tuya? Pues lo he oído decir.

-Dónde? Ah señores Karamazov! Tenéis humos de alta y vieja nobleza, olvidándoos de que vuestro padre era un simple bufón en mesas ajenas, donde se ganaba un plato de comida. Yo no soy sino el hijo de un pope, nada a vuestro lado; pero no me insultéis con esos aires de alegre desdén. Yo también tengo mi honor, Alexei Fiodorovitch, y me avergonzaría de estar emparentado con una mujer pública.

ísimo.

-Perdóname, te lo ruego -dijo Aliocha, que se había puesto como la grana-. Jamás habría creido que fuera una mujer... así. Te repito que me dijeron que era pariente tuya. Vas con frecuencia a su casa, y tú mismo me has dicho que no hay nada entre vosotros... No me podía imaginar que la despreciaras tanto. Lo merece verdaderamente?

-Tengo mis razones para ir con frecuencia a su casa: esto es todo lo que te puedo decir. En cuanto al parentesco, es en tu familia en la que podría entrar por medio de tu padre o de tu hermano. En fin, ya hemos llegado. Corre a la cocina... Pero, qué es esto?, qué ha pasado? Es posible que nos hayamos retrasado tanto? No, no pueden haber terminado ya. A menos que los Karamazov hayan hecho alguna de las suyas. Eso debe de ser. Mira: ahí viene tu padre. Y tu hermano Iván le sigue. Han plantado al padre abad. Ves al padre Isidoro en la escalinata gritando a tu padre y a tu hermano? Y tu padre agita los brazos, sin duda vomitando insultos. Mira a Miusov en su calesa, que acaba de arrancar. Y Maximov corre como un desalmado. Ha sido un verdadero escándalo. La comida no ha llegado a celebrarse. Habrán sido capaces de pegarle al padre abad? Los habrán vapuleado a ellos? Lo tendrían bien merecido.

ía acertado. Acababa de producirse un escándalo inaudito.