Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы).
Cuarta parte. Libro X. Los muchachos.
Capitulo IV. Escarabajo

CAPITULO IV

ESCARABAJO

Adoptando una actitud de hombre importante, Kolia se apoyó de espaldas en la empalizada, y así esperó la llegada de Aliocha Había oído hablar mucho de él a sus compañeros, y siempre los había escuchado con una indiferencia despectiva. Sin embargo, interiormente anhelaba conocerlo. Había tantos detalles simpático en la conducta de este Karamazov!

ía gran importancia para Kolia. Juzgaba que debía mostrarse digno y evidenciar su independencia. "De lo contrario, creerá que soy una criatura, como todos estos compañeros míos de colegio. Qué concepto tendrá de estos chiquillos? Se lo preguntaré cuando nos conozcamos. Qué lástima que yo sea un chico bajo! Tuzikov tiene menos edad que yo y me lleva la mitad de la cabeza. No soy guapo, sino que mi cara bien puede calificarse de fea; pero soy inteligente. No debo mostrarme demasiado expansivo: si me arrojara en seguida en sus brazos, creería que... Qué vergüenza si lo creyera!"

í se inquietaba Kolia, aunque se esforzaba por mostrar un aire de despreocupación. Su falta de estatura lo atormentaba más todavía que su supuesta fealdad. Desde hacía un año, cada dos meses marcaba con una raya de lápiz su altura en una de las paredes de la casa y, con el corazón palpitante, comprobaba lo que había crecido. El crecimiento, ay!, era tan lento, que Kolia se desesperaba. Su rostro no era feo, como él decía, sino todo lo contrario: tenía un encanto singular. Su pálida tez estaba salpicada de pecas. Sus ojos, grises y vivos, miraban francamente, y a veces brillaban de emoción. Tenía los pómulos un poco anchos; los labios, pequeños y delgados, pero muy rojos; la nariz, respingona. " Completamente chata!", murmuraba Kolia cuando se miraba al espejo y se. retiraba indignado. "Ni siquiera debo de tener el aspecto de persona inteligente", se decía a veces, dudando incluso de esto. Pero sería un error creer que la preocupación por su cara y su escasa estatura lo absorbía por completo. Por el contrario, por muy humillado que se sintiera al mirarse al espejo, olvidaba pronto la humillación para "dedicarse por entero a sus ideas y a la vida real, como él mismo definía sus actividades.

Pronto apareció Aliocha y avanzó rápidamente hacia Kolia. Éste advirtió desde lejos que el rostro de Karamazov tenía una expresión radiante.

"Es posible que se alegre tanto de verme?", se dijo Kolia con profunda satisfacción.

ía cambiado mucho desde que lo vimos por última vez. Había suprimido el hábito y llevaba una levita de buen corte, un sombrero de fieltro gris y el cabello corto. Había ganado mucho con el cambio. Entonces era un apuesto joven. Su simpático semblante irradiaba siempre alegría, una alegría apacible, dulce. Kolia se sorprendió al verle sin abrigo. Siri duda, había salido de la casa precipitadamente. Tendió la mano al colegial.

-Al fin has venido! -exclamó-. Te esperábamos con impaciencia.

é las causas de mi retraso -dijo Kolia un poco cohibido-. Desde luego, estoy encantado de conocerte. Esperaba esta ocasión. Me han hablado mucho de ti.

-De todas formas, habríamos terminado por conocernos. También yo he oído hablar de ti. Has tardado demasiado en venir.

ómo van las cosas por aquí?

-Iliucha está muy mal. No saldrá de ésta.

-Es horrible! -exclamó Kolia indignado-. No me negarás que la medicina es una ciencia infame.

ía mucho antes del incidente del cortaplumas. Además de este incidente, debe de haber existido otra causa... Es tuyo este perro?

í. Es Carillón.

Aliocha miró tristemente a Kolia.

-Entonces, es verdad que ha desaparecido?

Kolia Tespondió con una sonrisa enigmática:

-Ya sé que quisierais tener a ó Kolia con gran animación- ingresó Iliucha en el preparatorio. Ya sabes lo que son los alumnos de esta clase: verdaderos críos. En seguida empezaron a mortificarlo. Yo les aventajaba en dos clases y, naturalmente, los mantenía a distancia, aunque no dejaba de observarlos. Así vi que Iliucha, un muchachito endeble, no se acobardaba, sino que daba la cara y combatía. Es orgulloso. Sus ojos fulguran. Esta clase de personas me gustan.

"Sus compañeros lo zaherían cada vez más. Él llevaba entonces un traje que daba pena verlo. Lo peor era el pantalón, que le venía muy corto, y unos zapatos llenos de agujeros. Otro motivo para burlarse de él. Esto me soliviantó y salí en su defensa. Di a los otros una buena lección. Pues, sabes una cosa, Karamazov? Les pego y ellos me adoran...

Kolia dijo esto con orgullo y vehemente franqueza.

ó- que me gustan los críos. Ahora acabo de tener dos en mis brazos, por decirlo así. Ellos han tenido la culpa de mi retraso... Bueno, el caso es que tomé bajo mi protección a Iliucha y dejaron de molestarlo. Desde luego, es un chico orgulloso, pero acabó por tratarme con una devoción servil. Acataba todas mis órdenes, me obedecía como a Dios y hacía todo lo posible por imitarme. En los ratos de recreo venía a reunirse conmigo y paseábamos juntos. Los domingos, igual. Los alumnos de nuestro colegio se burlan de los chicos mayores que alternan con los pequeños, pero esto son prejuicios. A mí me complacía y no tenía por qué dar explicaciones a nadie. No te parece?

"Oye, Karamazov: tú te has aliado con todos estos rapazuelos para influir en la nueva generación, para formarla, y, de este modo, prestar un servicio a la humanidad. No es así? Te confieso que este rasgo de tu carácter, que sólo conozco por referencias, me ha interesado más que ningún otro... Pero vayamos a lo principal. Observé que ese muchacho se iba convirtiendo en un ser cada vez más sensible, más sentimental, y yo, por naturaleza, detesto los sentimentalismos, las "ternuras de cordero". Por otra parte, su conducta era contradictoria. Unas veces me demostraba una servil adhesión; otras, discrepaba de mis opiniones, discutía, se enojaba, y sus ojos echaban fuego. Yo veía claramente que no era que rechazara mis ideas, sino que se revolvía contra mi persona porque respondía a sus ternuras con la frialdad. A fin de fotalecerlo, cuanto más tierno se mostraba él, más frío me mostraba yo. Lo hacía con pleno convencimiento de que mi plan daría resultado. Mi propósito era formar su carácter, igualarlo, hacer de él un hombre... En fin, ya me comprendes. De pronto, varios días después lo vi pensativo y consternado, pero no por motivos sentimentales, sino por alguna otra causa más poderosa. "Qué le habrá ocurrido?", me preguntaba. Estrechándolo a preguntas, me enteré de todo. Iliucha había trabado amistad con Smerdiakov, el criado de tu difunto padre, que entonces aún vivía. Smerdiakov le enseñó una broma estúpida, cruel y ruin. Se trataba de coger una miga de pan, introducir en ella un alfiler y arrojar el pan a uno de esos perros hambrientos que tragan sin masticar, para ver lo que sucedía. Prepararon, pues, la miga y la echaron a , un perro vagabundo al que nadie alimentaba y que se pasaba el día ladrando al viento. No te molestan esos estúpidos ladridos, Karamazov? Yo no los puedo sufrir... Pues bien, el animal se arrojó sobre la miga de pan, se la tragó, lanzó un gemido, dio varias vueltas, y al fin echó a comer. "Corría aullando y siguió corriendo hasta desaparecer", me explicó Iliucha. Lloraba, se apretaba contra mí, lo sacudían los sollozos. "Corría y gemía!", repetía una y otra vez, tanto le había impresionado la cruel escena. Tenía remordimiento. Yo tomé la cosa en serio. Mi intención era enseñarle a vivir, prepararlo para su conducta ulterior. Empleé la astucia, lo confieso, y fingí una indignación que estaba muy lejos de sentir. "Has cometido una acción indigna -le dije-. Eres un miserable. No contaré a nadie lo que has hecho, pero por ahora suspendo mis relaciones contigo. Reflexionaré y, por medio de Smurov (el chico que me ha acompañado hasta aquí y que tiene por mí verdadera devoción), te diré cuál es mi actitud definitiva." Iliucha estaba consternado. Me di cuenta de que había ido demasiado lejos, pero ya no podía volverme atrás. Al día siguiente le envié a Smurov con el recado de que "no le hablaría más", que es la expresión corriente entre nosotros cuando rompemos con un compañero. Mi propósito secreto era tenerlo varios días a distancia y después, en vista de su arrepentimiento, tenderle la mano. Pero he aquí que, al oír a Smurov, sus ojos centellearon y exclamó: "Dile a Krasotkine de mi parte que ahora echaré migas de pan con alfileres a todos los perros que vea! A todos, a todos!" Yo me dije: "Es un insolente. Hay que corregirlo." Y empecé a demostrarle el mayor desprecio, a volver la cabeza o sonreír irónicamente cuando me encontraba con él. Entonces se produjo el incidente de tu hermano con su padre, el capitán: ya debes de saber quién es. Así se comprende que Iliucha estuviera desesperado. Al ver que yo me apartaba de él, sus compañeros empezaron a asediarlo. Entonces comenzaron las riñas, que yo lamentaba de veras, y creo que una vez lo molieron a golpes. En cierta ocasión Iliucha se arrojó contra sus enemigos al salir del colegio. Yo estaba a unos diez pasos de él y lo miraba. No recuerdo haberme reído entonces. Seguramente no lo hice, porque el pobre me daba pena, tanta, que estuve a punto de intervenir en su favor. Su mirada se encontró con la mía. Ignoro lo que se imaginaría. El caso es que sacó su cortaplumas, se arrojó sobre mí y me lo clavó en la pierna derecha. Yo ni me moví siquiera. Cuando se presenta la ocasión, sé no hacer el ridículo. Me limité a mirarle con desprecio, como diciéndole: "Quieres repetir tu hazaña en recuerdo de nuestra amistad? Estoy a tu disposición." Pero él no me volvió a agredir, no pudo mantener su actitud, sintió miedo, arrojó el cortaplumas y huyó llorando. Desde luego, no lo denuncié, y dije a todos que se callaran para que el incidente no llegara a oídos de los profesores. Tampoco dije nada a mi madre hasta que la herida estuvo cicatrizada y tenía el aspecto de un simple arañazo. Pronto me enteré de que el mismo día había sostenido un combate a pedradas y lo había mordido un dedo. Ese mordisco lo demostrará el estado en que se hallaba. Cuando cayó enfermo, cometí el error de no ir a perdonarle, mejor dicho, a reconciliarme con él. Ahora lo lamento. Pero entonces se me ocurrió cierta idea... Bueno, ya lo he contado todo... Conste que reconozco que he cometido un error.

-Es una verdadera lástima -manifestó- que no haya conocido antes tus relaciones con Iliucha. De haberlo sabido, hace tiempo que te habría rogado que vinieras a verlo. Incluso cuando delira a causa de la fiebre, habla de ti. Yo no sabía que te quería tanto. No puedo creer que no hayas intentado encontrar a ese Escarabajoñeros de Iliucha lo han buscado por todas partes. Créeme: desde que está enfermo, Iliucha ha repetido tres veces delante de mí y llorando: "Estoy enfermo por haber matado a . Esto es un castigo de Dios." No hay medio de quitarle esta idea de la cabeza. Si le hubieras traído a Escarabajo, si él hubiera visto que el pobre animal vivía, creo que la alegría le habría devuelto la salud. Todos contábamos contigo para esto.

é esperabais que fuera yo el que encontrase a Escarabajo? -preguntó Kolia con anhelante curiosidad-. Por qué habéis contado conmigo y no con otro?

-Porque ha corrido el rumor de que lo buscabas y lo traerías. Así lo dijo Smurov. Todos nos hemos esforzado en hacer creer a Iliucha que á vivo, que lo han visto. Sus compañeros le trajeron una liebre. Él la miró con una débil sonrisa y pidió que la soltaran. Así lo hicimos. Su padre acaba de traerle un cachorro de moloso. Creía que esto sería un consuelo para Iliucha, pero a mí me parece que ha sido todo lo contrario...

-Oye, Karamazov: qué clase de hombre es su padre? Yo lo conozco, pero quiero saber lo que opinas tú de él. Es un payaso?

-Oh, no! Es una de esas personas de buen corazón que están abrumadas por su mala suerte. Sus payasadas son una especie de mordaz ironía hacia aquellos a los que no se atreve a decir la verdad a la cara a causa de la timidez y la humillación que lo mortifica desde hace largo tiempo. Créeme, Krasotkine: esas payasadas suelen ser extremadamente trágicas. Ahora Iliucha lo es todo para ese hombre, y si su hijo se muere, él perderá la razón o se matará. Me basta ver su cara para estar convencido de que su final será éste.

-Al verte con un perro, he creído que era

-Escucha, Karamazov; tal vez encontremos a , pero éste es Carillónás a Iliucha que el cachorro de moloso... Oye, Karamazov; te voy a decir una cosa...

ó:

-Dios mío! En qué estaba yo pensando? Hace frío, no llevas gabán y te estoy reteniendo en la calle. Soy un egoísta. Todos somos unos egoístas, Karamazov.

-No te preocupes. Hace frío, pero yo no soy friolero. Sin embargo, vamos a la casa. Oye, cuál es tu nombre? Yo sólo sé que te llamas Kolia.

-Nicolás, Nicolás Ivanovitch Krasotkine, o, como se dice en el lenguaje administrativo, Krasotkine hijo.

ó y añadió:

-Excuso decirte que me es odioso mi nombre de pila.

-Por qué?

-Por su vulgaridad.

ños, verdad? -preguntó Aliocha.

é catorce dentro de quince días. Voy a empezar por confesarte una debilidad de mi carácter para que comprendas enteramente mi manera de ser: no me gusta que me pregunten qué edad tengo... Se me ha calumniado haciendo correr el rumor de que la semana pasada jugué a los ladrones con los pequeños del preparatorio. Ciertamente jugué, pero no porque me gustara, como se pretende: en esto estriba la calumnia. Tengo motivos para creer que estás enterado de esto. Pues bien, te aseguro que no lo hice por mí, sino por ellos, porque no son capaces de idear nada sin mí... Aquí sólo se oyen tonterías: es la ciudad de los chismes.

-Y aunque hubieras jugado porque te gustase, qué importaría?

-Es que tú jugarías a los caballos?

ó en el acto:

ás diversas, en las que los héroes lo mismo pueden ser guerreros que bandidos. No es esto algo parecido a lo que vemos en los juegos infantiles? Cuando los niños juegan durante el recreo, se entregan a un arte naciente, a una necesidad artística que germina en sus almas jóvenes. Y a veces estos juegos aventajan artísticamente a las representaciones teatrales. La única diferencia entre unos y otras es que en el teatro los actores representan un papel, mientras que los niños representan el papel de los actores. Esto último es mucho más natural.

ú crees? Estás seguro? -preguntó Kolia, mirándolo fijamente-. Es una idea muy interesante. Pensaré en todo eso cuando esté solo.

Y añadió con expansiva sinceridad:

ía yo que de ti se pueden aprender muchas cosas. Precisamente por eso he venido: quiero aprender cosas de ti.

-Y yo de ti.

Aliocha sonrió y le estrechó la mano. Kolia estaba encantado. Lo que más le seducía era sentirse como un igual ante aquel joven que le hablaba como si se dirigiera a una persona mayor.

ás una escena teatral, Karamazov, una representación -dijo Kolia con una risita nerviosa-. A eso he venido.

ñeros, pues en la habitación de Iliucha hay poco espacio y hace calor.

-Como estaré poco tiempo, no me quitaré el abrigo. ón me esperará en el vestíbulo. Aquí, ónéchate y no te muevas! Ves? Está inmóvil como un muerto. Yo entraré en la habitación y, cuando llegue el momento, le silbaré. "Aquí, Carillón!" Y verás como entra corriendo. Pero es necesario que Smurov no se olvide de abrir la puerta en ese instante. Le daré instrucciones y presenciarás una escena curiosa.