• Íàøè ïàðòíåðû:
    Êóïèòü ñåïòèê ñ óñòàíîâêîé ïîä êëþ÷
  • Ïîèñê ïî òâîð÷åñòâó è êðèòèêå


    À Á Â Ã Ä Å Æ Ç È É Ê Ë Ì Í Î Ï Ð Ñ Ò Ó Ô Õ Ö × Ø Ù Ý Þ ß
    0-9 A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
    Ïîèñê  

    Ïîêàçàíû ëó÷øèå 100 ñëîâ.

     Êîë-âî Ñëîâî (âàðèàíòû)
    3582ALL
    2236ARE
    1812BEEN
    4742BUT
    2807CHE
    2062COMO
    3609CON
    1797DEL
    1661ERA
    2200FROM
    2264HABIA
    4892HAD
    3293HAVE
    5375HER
    3946HIM
    5300HIS
    1807KNOW
    2052LAS
    3113LOS
    2225MAS
    2075NON
    2547ONE
    1875OUT
    1804PARA
    2960PERO
    3896POR
    2213PRINCE
    13529QUE
    1837SAID
    9572THAT
    2267THERE
    2267THEY
    2465THIS
    1871TODO
    4001UNA
    3093USTED
    8071WAS
    1876WERE
    1982WILL
    4654WITH
    1716WOULD
    11419YOU
    2200YOUR
    1697ÀÂÒÎÐ (ÀÂÒÎÐÎÂ, ÀÂÒÎÐÎÌ, ÀÂÒÎÐÓ, ÀÂÒÎÐÀ)
    2139ÀËÅØÀ, ÀËÅØÈ, ÀËÅØÅ (ÀËÅØÓ, ÀËÅØÅÉ)
    1792ÀÍÍÀ (ÀÍÍÓ, ÀÍÍÛ, ÀÍÍÅ, ÀÍÍÎÉ)
    2237ÁÎÃ (ÁÎÃÓ, ÁÎÃÎÌ, ÁÎÃÅ, ÁÎÃÀ)
    1742ÁÐÀÒ (ÁÐÀÒÀ, ÁÐÀÒÅ, ÁÐÀÒÎÌ, ÁÐÀÒÓ)
    1899ÂÎÏÐÎÑ (ÂÎÏÐÎÑÎÂ, ÂÎÏÐÎÑÎÌ, ÂÎÏÐÎÑÛ, ÂÎÏÐÎÑÀ)
    2431ÂÐÅÌß (ÂÐÅÌÅÍÀ, ÂÐÅÌÅÍÅÌ, ÂÐÅÌÅÍÀÌ, ÂÐÅÌÅÍÈ)
    3127ÃÀÇÅÒÀ (ÃÀÇÅÒÛ, ÃÀÇÅÒÀÕ, ÃÀÇÅÒ, ÃÀÇÅÒÅ)
    2893ÃÅÐÎÉ (ÃÅÐÎÈ, ÃÅÐÎÅÂ, ÃÅÐÎÅÌ, ÃÅÐÎß)
    2966ÃÎÂÎÐÈÒÜ (ÃÎÂÎÐÈÒ, ÃÎÂÎÐÈË, ÃÎÂÎÐÞ, ÃÎÂÎÐßÒ)
    2985ÃÎÄ (ÃÎÄÎÂ, ÃÎÄÀ, ÃÎÄÛ, ÃÎÄÓ)
    2414ÃÎËßÄÊÈÍÀ (ÃÎËßÄÊÈÍÓ, ÃÎËßÄÊÈÍ, ÃÎËßÄÊÈÍÛÌ, ÃÎËßÄÊÈÍÛÕ)
    2352ÃÎÑÏÎÄÈÍ (ÃÎÑÏÎÄÈÍÀ, ÃÎÑÏÎÄÈÍÎÌ, ÃÎÑÏÎÄÈÍÓ, ÃÎÑÏÎÄÈÍÅ)
    2233ÄÅËÎ (ÄÅËÅ, ÄÅËÀ, ÄÅËÓ, ÄÅËÎÌ)
    1709ÄÅÍÜ (ÄÍßÕ, ÄÍß, ÄÍÈ, ÄÍÅÉ)
    1675ÄÎÌ (ÄÎÌÀ, ÄÎÌÅ, ÄÎÌÓ, ÄÎÌÀÕ)
    12727ÄÎÑÒÎÅÂÑÊÈÉ, ÄÎÑÒÎÅÂÑÊÎÉ (ÄÎÑÒÎÅÂÑÊÈÌ, ÄÎÑÒÎÅÂÑÊÎÌÓ, ÄÎÑÒÎÅÂÑÊÎÃÎ)
    1587ÄÓØ, ÄÓØÀ (ÄÓØÈ, ÄÓØÓ, ÄÓØÅ)
    3831ÆÈÇÍÜ (ÆÈÇÍÈ, ÆÈÇÍÜÞ, ÆÈÇÍßÕ, ÆÈÇÍÅÉ)
    1698ÆÓÐÍÀË (ÆÓÐÍÀËÎÂ, ÆÓÐÍÀËÓ, ÆÓÐÍÀËÅ, ÆÓÐÍÀËÀ)
    2703ÇÍÀÒÜ (ÇÍÀÞ, ÇÍÀÅÒ, ÇÍÀÅÒÅ, ÇÍÀË)
    3399ÈÂÀÍ (ÈÂÀÍÎÂ, ÈÂÀÍÓ, ÈÂÀÍÎÌ, ÈÂÀÍÀ)
    2295ÈÄÅß (ÈÄÅÈ, ÈÄÅÉ, ÈÄÅÞ, ÈÄÅÅ)
    2229ÈÑÀÅÂÀ (ÈÑÀÅÂÎÉ, ÈÑÀÅÂ, ÈÑÀÅÂÛÕ, ÈÑÀÅÂÓ)
    2056ÊÀÐÀÌÀÇÎÂÛ (ÊÀÐÀÌÀÇÎÂÛÌ, ÊÀÐÀÌÀÇÎÂÀ, ÊÀÐÀÌÀÇÎÂÛÕ, ÊÀÐÀÌÀÇÎÂ)
    2964ÊÍßÇÜ (ÊÍßÇÅÌ, ÊÍßÇÅ, ÊÍßÇÞ, ÊÍßÇß)
    1959ÊÓÇÍÅÖÊÈÉ (ÊÓÇÍÅÖÊ, ÊÓÇÍÅÖÊÀ, ÊÓÇÍÅÖÊÎÃÎ, ÊÓÇÍÅÖÊÎÉ)
    1857ËÞÁÎÂÜ (ËÞÁÂÈ, ËÞÁÎÂÜÞ, ËÞÁÂßÕ, ËÞÁÂßÌÈ)
    2438ËÞÄÈ (ËÞÄßÌ, ËÞÄßÕ, ËÞÄÜÌÈ, ËÞÄÅÉ)
    1610ÌÀÐÒ (ÌÀÐÒÅ, ÌÀÐÒÀ, ÌÀÐÒÓ, ÌÀÐÒÎÌ)
    2259ÌÈÐ (ÌÈÐÎÌ, ÌÈÐÓ, ÌÈÐÀ, ÌÈÐÅ)
    4106ÌÈÕÀÉËÎÂÈ×, ÌÈÕÀÉËÎÂÈ×À, ÌÈÕÀÉËÎÂÈ×Å (ÌÈÕÀÉËÎÂÈ×ÅÌ, ÌÈÕÀÉËÎÂÈ×Ó)
    1853ÌÓÆ (ÌÓÆÀ, ÌÓÆÅÌ, ÌÓÆÅ, ÌÓÆÓ)
    1738ÌÛÑËÜ (ÌÛÑËÜÞ, ÌÛÑËÅÉ, ÌÛÑËÈ, ÌÛÑËßÕ)
    3382ÍÀÐÎÄ (ÍÀÐÎÄÀ, ÍÀÐÎÄÅ, ÍÀÐÎÄÎÌ, ÍÀÐÎÄÓ)
    1916ÍÎÂÛÅ (ÍÎÂÎÅ, ÍÎÂÛÉ, ÍÎÂÎÉ, ÍÎÂÎÃÎ)
    1750ÎÁÐÀÇ (ÎÁÐÀÇÎÂ, ÎÁÐÀÇÀ, ÎÁÐÀÇÅ, ÎÁÐÀÇÎÌ)
    3587ÎÄÈÍ
    1927ÎÒÅÖ (ÎÒÖÀ, ÎÒÖÎÌ, ÎÒÖÓ, ÎÒÖÛ)
    1745ÏÅÐÂÛÉ (ÏÅÐÂÎÉ, ÏÅÐÂÎÃÎ, ÏÅÐÂÛÕ, ÏÅÐÂÀß)
    2632ÏÈÑÀÒÅËÜ (ÏÈÑÀÒÅËÅÉ, ÏÈÑÀÒÅËÅÌ, ÏÈÑÀÒÅËÞ, ÏÈÑÀÒÅËß)
    1946ÏÈÑÀÒÜ (ÏÈÑÀËÀ, ÏÈÑÀË, ÏÈØÓ, ÏÈØÅÒ)
    5599ÏÈÑÜÌÎ (ÏÈÑÜÌÅ, ÏÈÑÜÌÀ, ÏÈÑÜÌÀÕ, ÏÈÑÅÌ)
    2436ÐÀÑÊÎËÜÍÈÊÎÂ (ÐÀÑÊÎËÜÍÈÊÎÂÛÌ, ÐÀÑÊÎËÜÍÈÊÎÂÓ, ÐÀÑÊÎËÜÍÈÊÎÂÀ, ÐÀÑÊÎËÜÍÈÊÎÂÅ)
    4499ÐÎÌÀÍ (ÐÎÌÀÍÎÂ, ÐÎÌÀÍÛ, ÐÎÌÀÍÅ, ÐÎÌÀÍÀ)
    2111ÐÎÑÑÈß (ÐÎÑÑÈÞ, ÐÎÑÑÈÈ, ÐÎÑÑÈÅÉ, ÐÎÑÑÈÅÞ)
    4475ÐÓÑÑÊÈÉ (ÐÓÑÑÊÎÉ, ÐÓÑÑÊÎÃÎ, ÐÓÑÑÊÈÕ, ÐÓÑÑÊÀß)
    2864ÑÊÀÇÀÒÜ (ÑÊÀÇÀÍÎ, ÑÊÀÇÀË, ÑÊÀÇÀËÀ, ÑÊÀÆÓ)
    3179ÑËÎÂÎ (ÑËÎÂÀÌÈ, ÑËÎÂÎÌ, ÑËÎÂÀ, ÑËÎÂÀÌ)
    1634ÑÒÀÒÜ (ÑÒÀËÎ, ÑÒÀË, ÑÒÀËÈ, ÑÒÀËÀ)
    2729ÑÒÀÒÜß (ÑÒÀÒÅÉ, ÑÒÀÒÜÅ, ÑÒÀÒÜÞ, ÑÒÀÒÜÈ)
    1607ÒÎËÑÒÛÉ (ÒÎËÑÒÛÌ, ÒÎËÑÒÎÌ, ÒÎËÑÒÎÃÎ, ÒÎËÑÒÎÌÓ, ÒÎËÑÒÎÉ)
    4117ÔÅÄÎÐ (ÔÅÄÎÐÎÂ, ÔÅÄÎÐÀ, ÔÅÄÎÐÓ, ÔÅÄÎÐÎÌ)
    2950ÔÅÄß (ÔÅÄÅÉ, ÔÅÄÈ, ÔÅÄÞ, ÔÅÄÅ)
    1823ÕÎÒÅÒÜ (ÕÎÒÅËÎ, ÕÎÒÅËÀ, ÕÎÒÅË, ÕÎ×ÅÒ, ÕÎ×Ó)
    4002×ÅËÎÂÅÊ (×ÅËÎÂÅÊÓ, ×ÅËÎÂÅÊÎÌ, ×ÅËÎÂÅÊÅ, ×ÅËÎÂÅÊÀ)
    1772ßÍÂÀÐÜ (ßÍÂÀÐß, ßÍÂÀÐÅ, ßÍÂÀÐÞ, ßÍÂÀÐÅÌ)

     ñïèñêå íå ïîêàçàíû îñîáî ÷àñòî âñòðå÷àþùèåñÿ ñëîâà òèïà "ÌÍÎÃÎ", "ÁÎËÜØÅ", "ÁÛÒÜ" è äðóãèå.

    Íåñêîëüêî ñëó÷àéíî íàéäåííûõ ñòðàíèö

    ïî ñëîâó MAS

    1. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Ïðåñòóïëåíèå è íàêàçàíèå). Segunda parte. Capítulo V
    Âõîäèìîñòü: 25. Ðàçìåð: 31êá.
    ×àñòü òåêñòà: baja de techo como un camarote, con un gesto de desconfianza y una especie de afectado terror. Su mirada conservó su expresión de asombro al fijarse en Raskolnikof, que seguía echado en el mísero diván, vestido con ropas no menos miserables, y que le miraba como los demás. Después el visitante observó atentamente la barba inculta, los cabellos enmarañados y toda la desaliñada figura de Rasumikhine, que, a su vez y sin moverse de su sitio, le miraba con una curiosidad impertinente. Durante más de un minuto reinó en la estancia un penoso silencio, pero al fin, como es lógico, la cosa cambió. Comprendiendo sin duda -pues ello saltaba a la vista que su arrogancia no imponía a nadie en aquella especie de camarote de trasatlántico, el caballero se dignó humanizarse un poco y se dirigió a Zosimof cortésmente pero con cierta rigidez. -Busco a Rodion Romanovitch Raskolnikof, estudiante o ex estudiante -dijo, articulando las palabras sílaba a sílaba. Zosimof inició un lento ademán, sin duda para responder, pero Rasumikhine, aunque la pregunta no iba dirigida a él, se anticipó. -Ahí lo...
    2. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Ïðåñòóïëåíèå è íàêàçàíèå). Quinta parte. Capitulo II
    Âõîäèìîñòü: 25. Ðàçìåð: 37êá.
    ×àñòü òåêñòà: había entregado Raskolnikof para el entierro de Marmeladof. Tal vez se creía obligada a honrar convenientemente la memoria del difunto, a fin de demostrar a todos los inquilinos, y sobre todo a Amalia Ivanovna, que él valía tanto como ellos, si no más, y que ninguno tenía derecho a adoptar un aire de superioridad al compararse con él. Acaso aquel proceder obedecía a ese orgullo que en determinadas circunstancias, y especialmente en las ceremonias públicas ineludibles para todas las clases sociales, impulsa a los pobres a realizar un supremo esfuerzo y sacrificar sus últimos recursos solamente para hacer las cosas tan bien como los demás y no dar pábulo a comadreos. También podía ser que Catalina Ivanovna, en aquellos momentos en que su soledad y su infortunio eran mayores, experimentara el deseo de demostrar a aquella "pobre gente" que ella, como hija de un coronel y persona educada en una noble y aristocrática mansión, no sólo sabía vivir y recibir, sino que no había nacido para barrer ni para lavar por las noches la ropa de sus...
    3. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Ïðåñòóïëåíèå è íàêàçàíèå). Tercera parte. Capitulo V
    Âõîäèìîñòü: 24. Ðàçìåð: 56êá.
    ×àñòü òåêñòà: la casa, que estaba de pie en medio del despacho, mirándolos con expresión interrogadora, y cambió con él un apretón de manos. Pareciendo todavía que hacía un violento esfuerzo para no echarse a reír, dijo quién era y cómo se llamaba. Pero apenas se había mantenido serio mientras murmuraba algunas palabras, sus ojos miraron casualmente a Rasumikhine. Entonces ya no pudo contenerse y lanzó una carcajada que, por efecto de la anterior represión, resultó más estrepitosa que las precedentes. El extraordinario furor que esta risa loca despertó en Rasumikhine prestó, sin que éste lo advirtiera, un buen servicio a Raskolnikof. -Demonio de hombre! -gruñó Rasumikhine, con un ademán tan violento que dio un involuntario manotazo a un velador sobre el que había un vaso de té vacío. Por efecto del golpe, todo rodó por el suelo ruidosamente. -No hay que romper los muebles, señores míos -exclamó Porfirio Petrovitch alegremente-. Esto es un perjuicio para el Estado. Raskolnikof seguía riendo, y de tal modo, que se olvidó de que su mano estaba en la de Porfirio Petrovitch. Sin embargo, consciente de que todo tiene su medida, aprovechó un momento propicio para recobrar la seriedad lo más naturalmente posible. Rasumikhine, al que el accidente que su conducta acababa de provocar había sumido en el colmo de la confusión, miró un momento con expresión sombría los trozos de vidrio, después escupió, volvió la espalda a Porfirio y a Raskolnikof, se acercó a la ventana y, aunque no veía, hizo como si mirase al exterior. Porfirio Petrovitch reía por educación, pero se veía claramente que esperaba le explicasen el motivo de aquella visita. En un...
    4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Áðàòüÿ Êàðàìàçîâû). Segunda parte. Libro IV. Escenas. Capitulo primero. El padre Theraponte
    Âõîäèìîñòü: 22. Ðàçìåð: 28êá.
    ×àñòü òåêñòà: a poco. Había amanecido. Después del oficio, el starets quiso despedirse de todos y a todos los abrazó. Como la celda era tan poco espaciosa, los que llegaban primero tenían que salir para que pudieran entrar los otros. El starets volvió a sentarse y Aliocha permaneció a su lado. Hablaba a instruía en la medida que le permitían sus fuerzas. Su voz, aunque débil, era todavía muy clara. -Después de instruiros con mis palabras durante años, esto se ha convertido en mí en una costumbre tan inveterada, que, a pesar de lo débil que estoy, mis queridos padres, callar sería para mi más penoso que hablaros. Así bromeaba el starets , mirando con ternura a los que se apiñaban en torno de él. Aliocha se acordó en seguida de algunas de sus palabras. Aunque la voz del padre Zósimo conservaba la claridad y cierta firmeza, su discurso resultó bastante deshilvanado. Habló mucho, como si en aquellos últimos momentos quisiera manifestar todo lo que no había podido decir durante su vida. Su propósito era no sólo instruir, sino compartir con todos su alegría y las delicias de su...
    5. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Ïðåñòóïëåíèå è íàêàçàíèå). Primera parte. Capitulo VI
    Âõîäèìîñòü: 31. Ðàçìåð: 36êá.
    ×àñòü òåêñòà: había invitado a Lisbeth a ir a su casa. El asunto no podía ser más sencillo e inocente. Una familia extranjera venida a menos quería vender varios vestidos. Como esto no podía hacerse con provecho en el mercado, buscaban una vendedora a domicilio. Lisbeth se dedicaba a este trabajo y tenía una clientela numerosa, pues procedía con la mayor honradez: ponía siempre el precio más limitado, de modo que con ella no había lugar a regateos. Hablaba poco y, como ya hemos dicho, era humilde y tímida. Pero, desde hacía algún tiempo, Raskolnikof era un hombre dominado por las supersticiones. Incluso era fácil descubrir en él los signos indelebles de esta debilidad. En el asunto que tanto le preocupaba se sentía especialmente inclinado a ver coincidencias sorprendentes, fuerzas extrañas y misteriosas. El invierno anterior, un estudiante amigo suyo llamado Pokorev le había dado, poco antes de regresar a Karkov, la dirección de la vieja Alena Ivanovna, por si tenía que empeñar algo. Pasó mucho tiempo sin que tuviera necesidad de ir a visitarla, pues con sus lecciones podía ir viviendo mal que bien. Pero, ...