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Cлово "ALEXEI"
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Часть текста: había enviado en busca de sus tías y el doctor Herzenstube. Éstas habían llegado ya. La enferma yacia sin conocimiento. En torno de ella reinaba una ansiosa expectación. Mientras explicaba todo esto, la dama tenía una expresión grave a inquieta. "Es algo serio; esta vez es algo serio", repetía a cada palabra, como si nada de lo que había ocurrido anteriormente tuviera importancia alguna. Aliocha la escuchaba con visible pesar. Quiso contarle su aventura con el capitán, pero ella le interrumpió en seguida. No podía escucharle; se tenía que marchar. Le rogó que, entre tanto, hiciera compañia a Lise. -Mi querido Alexei Fiodorovitch -le murmuró casi al oído-, hace un momento, Lise me ha sorprendido y enternecido. Por eso, porque me enternece, mi corazón se lo perdona todo. Apenas se ha marchado usted, ha empezado a lamentarse sinceramente de haberle hecho blanco de sus burlas ayer y hoy. Sin embargo, sólo han sido bromas inocentes. Incluso lloraba, cosa que me ha sorprendido de veras. Nunca se había arrepentido de veras de sus burlas, de las que soy su víctima a cada momento. Pero ahora habla en serio. Su opinión le importa mucho, Alexei Fiodorovitch. Trátela con solicitud, si le es posible, y no le guarde rencor. Yo tengo con ella toda clase de miramientos. Es tan inteligente! Hace un momento me decía que usted es su mejor amigo de la infancia. Tiene sentimientos y recuerdos conmovedores, frases, expresiones que surgen cuando menos se espera. Hace un momento ha dicho una verdadera sutileza a propósito de un pino. Cuando ella era muy pequeña todavía, había un pino en nuestro jardín. Pero sin duda aún está allí: no sé por qué hablo de él...
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Часть текста: o en su casa de Moscú. La que tenía en nuestra población era una antigua propiedad de familia. Por lo demás, la mayor de sus tres haciendas estaba en nuestro distrito, pero la propietaria la había visitado muy pocas veces hasta entonces. Corrió al encuentro de Aliocha en el vestíbulo. -Ha recibido usted la carta en que le explico el nuevo milagro? -preguntó nerviosamente. -Sí, la he recibido. -Ha hecho correr la noticia? Ha devuelto un hijo a su madre! -Seguramente morirá hoy -dijo Aliocha. -Ya lo sé. Estaba deseando hablar de esto con usted o con otro... No, con usted, con usted... Qué contrariedad! No poder ir a verlo!... Toda la ciudad está en tensión, esperando... Oiga, sabe usted que Catalina Ivanovna está aquí, en nuestra casa? -Me alegro! -exclamó Aliocha-. Tenía que ir a verla hoy. -Lo sé, lo sé. Me han contado detalladamente lo que ocurrió ayer en su casa..., la horrible escena con esa... mujer. C'est tragique . En su lugar, yo no sé lo que habría hecho. Y su hermano Dmitri..., qué hombre, Dios mío! Oh Alexei Fiodorovitch, estoy aturdida! No le he dicho que su hermano está aquí. No me refiero a ese hombre terrible, sino al otro, a Iván. Está hablando de cosas importantes con Catalina Ivanovna... Si usted supiera lo que les sucede a los dos! Es espantoso, desgarrador, increíble! Se atormentan a conciencia! Lo saben, pero encuentran en ello una acerba satisfacción. Le esperaba a usted, estaba sedienta de su presencia. No puedo seguir soportando esta situación. Se lo voy a contar todo... Ah!...
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Часть текста: en el salón CAPÍTULO V ESCENA EN EL SALÓN En el salón había terminado la conferencia. Catalina Ivanovna estaba agitadísima, pero conservaba su actitud resuelta. Cuando Aliocha y la señora Khokhlakov aparecieron, Iván Fiodorovitch se puso en pie para marcharse. Estaba un poco pálido. Su hermano le miró, inquieto. Acababa de hallar la solución de un enigma que le atormentaba desde hacia algún tiempo. En el mes último le habían insinuado varias veces que su hermano Iván estaba enamorado de Catalina Ivanovna y, sobre todo, decidido a " birlar" la novia a Mitia. Al principio, esto pareció a Aliocha una monstruosidad y le inquietó profundamente. Quería a sus dos hermanos y le intranquilizaba su rivalidad. Sin embargo, Dmitri le había dicho el día anterior que Iván le hacia un gran favor siendo su rival y que esta oposición le hacía feliz. Por qué? Porque se podría casar con...
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Часть текста: abatido que a su llegada. Sus ideas eran fragmentarias, confusas, pero temía reunirlas y sacar una conclusión general de las dolorosas contradicciones de la jornada. Experimentaba un sentimiento muy próximo a la desesperación, y esto no le había ocurrido jamás. Una duda, fatídica a insondable, se imponía a todas las demás: qué sería de su padre y de su hermano Dmitri frente a aquella temible mujer? Estaban enamorados. El único desgraciado era su hermano Dmitri: la fatalidad le acechaba. Otras personas estaban mezcladas en todo esto y tal vez más de lo que él había creído antes. Había en ello algo enigmático. Iván le había anticipado algunas cosas, sospechadas desde hacía mucho tiempo, y ahora se sentía como atado por ellas. Otra cosa extraña: hacía un momento iba en busca de Catalina Ivanovna presa de extraordinaria turbación, y ahora la turbación había desaparecido por completo. Incluso aceleraba el paso como si esperase recibir de ella alguna revelación. Sin embargo, su misión era ahora más penosa que cuando se la había confiado Dmitri. La posibilidad de devolver los tres mil rublos se había desvanecido, y Dmitri, al ver perdido su honor definitivamente, se hundiría cada vez más en el lodo. Además, Aliocha tenía que explicar a Catalina Ivanovna la escena que se...
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Часть текста: manos de Iván y Catalina Ivanovna, y otra vez se sonrojó. "Aunque haya obrado de buena fe, habrá que proceder con más inteligencia en el futuro", concluyó, sin ni siquiera sonreír ante la sutileza. El encargo de Catalina Ivanovna lo condujo a la calle del Lago, y su hermano vivía precisamente en una callejuela vecina. Aliocha decidió pasar primero por casa de Dmitri, aunque presumía que estaría ausente. Sospechaba que su hermano huía de él, pero se dijo que había que encontrarlo a toda costa. El tiempo pasaba. La idea de que el starets se estaba muriendo no se había apartado de él ni un instante desde que había salido del monasterio. En el relato de Catalina Ivanovna había un detalle que le interesaba extraordinariamente. Cuando la joven había hablado de un colegial, hijo del capitán, que había acudido llorando al lado de su padre, Aliocha había tenido repentinamente...
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Часть текста: IV EL HIMNO Y EL SECRETO Era ya tarde (y los días son cortos en noviembre) cuando Aliocha llamó a la puerta de la cárcel. Anochecía, pero él estaba seguro de que le permitirían entrar. En nuestra pequeña ciudad ocurría lo que ocurre en todas. Al principio, una vez instruido el sumario, las entrevistas de Mitia, tanto con sus familiares como con los demás visitantes, se celebraban con arreglo a las normas establecidas. Pero pronto se exceptuaron de estas formalidades a algunos de los que iban a verlo asiduamente. Éstos llegaron a poder conversar con el preso sin trabas de ninguna índole. Bien es verdad que eran sólo tres los que gozaban de estas licencias: Gruchegnka, Aliocha y Rakitine. El ispravnik Mikhail Makarovitch miraba con buenos ojos a Gruchegnka. Estaba arrepentido de la dureza con que le había hablado en Mokroie. Después, cuando estuvo bien informado de todo, su juicio sobre la joven había cambiado por completo. Por otra parte, aunque parezca extraño, aun estando seguro de que Mitia era culpable, lo trataba con cierta indulgencia desde que estaba encarcelado. Se decía: "Tal vez no tenga mal fondo; puede ser que el alcohol y la disipación lo hayan perdido." En su alma había sucedido la piedad al horror. El ispravnik tenía gran afecto a Aliocha, al que conocía desde hacia mucho tiempo....
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Часть текста: ventanas y se detuvo, decidido a entrar, no sólo porque hacia más de una semana que no había visto a la joven, sino porque se dijo que tal vez Iván estuviera con ella, ya que al día siguiente se tenía que juzgar a Dmitri. En la escalera, débilmente iluminada por una lámpara china, se cruzó con un hombre en el que reconoció a Iván. -Ah! Eres tú? -dijo Iván Fiodorovitch secamente-. Vas a su casa? -Sí. -Yo de ti no iría. Está muy agitada y tu visita la trastornará más aún. -No no se vaya, Alexei Fiodorovitch! -gritó una voz desde lo alto de la escalera-. Viene usted de verlo? -Sí, lo acabo de ver. -Y tiene algo que decirme de su parte? Suba, Aliocha. Y usted también, Iván Fiodorovitch. Oye? La voz de Katia era tan imperiosa, que Iván, tras un instante de vacilación, decidió volver a subir con Alexei. -Estaba escuchando -murmuró Iván para sí. Pero Aliocha lo oyó. Y al entrar en el salón, Iván dijo en voz alta: -Permítame que no me quite el abrigo. Sólo estaré con ustedes un minuto. -Siéntese, Alexei Fiodorovitch -dijo Catalina Ivanovna, permaneciendo de pie. No había cambiado mucho. En sus oscuros ojos brillaba una luz maligna. Aliocha recordó más tarde que la joven le había parecido extraordinariamente hermosa en aquellos momentos. -Qué me tiene usted que decir de su parte? -Sólo esto -dijo Aliocha, mirándola a los ojos-: que se domine usted y no hable en la audiencia de lo que... pasó entre ustedes cuando se vieron por...
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Часть текста: Capitulo II. El pie hinchado CAPITULO II EL PIE HINCHADO Aliocha quería ir primero a casa de la señora de Khokhlakov y terminar cuanto antes para no retrasar demasiado su visita a Mitia. La señora de Khokhlakov estaba indispuesta desde hacía una semana. Tenía un pie hinchado y, si bien no guardaba cama, pasaba el día en su gabinete, echada en una meridiana, envuelta en una elegante pero decorosa bata casera. Aliocha había observado, con una sonrisa inocente, que la señora de Khokhlakov coqueteaba, a pesar de su enfermedad: lucía lazos, cintas y otros vistosos adornos. Desde hacía dos meses, el joven Perkhotine la visitaba con frecuencia. Aliocha no había ido a verla desde hacía cuatro días. Al llegar se dirigió a las habitaciones de Lise, que el día anterior había enviado a decirle que fuera a verla sin pérdida de tiempo para tratar de un "asunto de gran importancia". Esta visita interesaba a Aliocha por ciertas razones. Pero mientras la doncella iba a anunciarlo, la señora de Khokhlakov, enterada de su llegada, lo requirió "sólo para un minuto". Aliocha consideró que lo mejor era atender en seguida a la madre, ya que, de lo contrario, estaría...
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Часть текста: de la casa? De allí parten tres caminos, y no podía vigilarlos todos. Al fin, se me ha ocurrido esperarte aquí, por donde forzosamente tenías que pasar, ya que no hay otro camino para ir al monasterio... Bueno, habla. Dime toda la verdad. Aplástame como a un gusano. Pero qué tienes? -Nada: es el miedo. Y además, Dmitri, la sangre de nuestro padre... Aliocha se echó a llorar. Hacía rato que lo deseaba. Le parecía que algo se desgarraba dentro de él. -Casi lo matas -añadió-. Lo has maldecido. Y ahora... bromeas. -Es verdad. Esto es innoble; no es propio de la situación. -Lo digo porque... -Un momento. Observa esta noche sombría, esas nubes, ese viento que se ha levantado. Cuando te esperaba debajo del sauce, me he dicho de pronto (Dios es testigo): " Para qué seguir sufriendo? Para qué esperar? He aquí un sauce. Con el pañuelo y la camisa, pronto habré trenzado una cuerda. Además, tengo los tirantes. Voy a quitar la tierra de mi vista." De pronto oí tus pasos. Fue como si un rayo me iluminara. "Sin embargo, hay en el mundo un hombre al que quiero. Aqui viene. Es ese hombrecito, mi...
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Часть текста: UN RELIGIOSO RUSO CAPITULO PRIMERO EL STARETS ZÓSIMO Y SUS HUÉSPEDES Cuando Aliocha entró ansiosamente en la celda del starets , su sorpresa fue extraordinaria. Esperaba encontrarlo agonizante, tal vez sin conocimiento, y lo vio sentado en un sillón, débil, pero con semblante alegre y animoso, rodeado de varios visitantes con los que conversaba apaciblemente. El anciano se había levantado un cuarto de hora antes a lo sumo de la llegada de Aliocha. Los visitantes, reunidos en la celda, habían esperado el momento en que el starets despertara, pues el padre Paisius les había asegurado que "el maestro se levantaría, sin duda alguna, para hablar una vez más con las personas que contaban con su cariño, como había prometido aquella mañana". El padre Paisius creía tan firmemente en esta promesa -como en todo lo que el starets decía-, que si lo hubiera visto sin conocimiento, a incluso sin respiración, habría dudado de su muerte y esperado a que volviera en sí para cumplir su palabra. Aquella misma mañana, el starets Zósimo les había dicho al irse a descansar: -No moriré sin hablar una vez más con vosotros, mis queridos amigos. Quiero tener el placer de volver a veros, ...