Поиск по творчеству и критике
Cлово "MANANA"
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Часть текста: sin adherirse al suelo, el viento la arremolinaba; pronto se desencadenó una verdadera tormenta. En la parte de la ciudad donde habitaba Smerdiakov apenas había faroles. Iván avanzaba en la oscuridad, guiándose por el instinto. Le dolía la cabeza, las sienes le latían, su pulso se había acelerado. Poco antes de llegar a la casita de María Kondratievna se encontró con un borracho que llevaba un caftán remendado. Iba haciendo eses y lanzando juramentos. A veces dejaba de vociferar para cantar con voz ronca: -Para Piter ha partido Vanka; ya no lo esperaré. Invariablemente, después del segundo verso interrumpía el canto y reanudaba las invectivas. Poco después, Iván Fiodorovitch sintió, sin saber por qué, un odio profundo hacia aquel hombre. Se dio cuenta de ello de pronto. Inmediatamente le asaltó un deseo irresistible de golpearlo. Precisamente en ese momento estaban el uno al lado del otro. El borracho, en uno de sus vaivenes, tropezó violentamente con Iván, y éste respondió con un furioso empujón. El del caftán cayó de espaldas sobre la helada tierra, donde, tras proferir un gemido, quedó mudo, inmóvil, inconsciente. "Se helará!", pensó Iván mientras reanudaba su camino. Acudió a abrirle María Kondratievna con una bujía en la mano. Ya en el vestíbulo, María le dijo en voz baja que Pavel Fiodorovitch -es decir, Smerdiakov- estaba muy enfermo. Incluso había rechazado el té. -Supongo que no cesará de vociferar -dijo Iván. -Al contrario: nunca ha estado más tranquilo. No le entretenga demasiado. Iván entró en la habitación. Estaba tan caldeada como de...
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Часть текста: y la especie de altivez con las que, me acordaba, había escuchado la víspera ciertos pasajes de su "confesión". A veces había sido desordenada, algunas revelaciones eran un tanto vagas y hasta incoherentes; pero se había él preparado para un discurso de orador cuando me invitó a su casa? Sólo me había hecho un gran honor al dirigirse a mí como a su único amigo en un momento semejante, y jamás yo podría olvidar aquello. Por el contrario, su confesión era "conmovedora", aunque él tuviera que burlarse de ese calificativo, y si a veces contenía elementos cínicos o incluso un poco ridículos, yo era lo bastante ancho de miras para comprender o admitir el realismo, sin, por otra parte, manchar el ideal. Sobre todo, yo había comprendido por fin a aquel hombre y estaba un poco molesto y despechado por el hecho de que hubiera sido una cosa tan sencilla: a aquel hombre yo lo había instalado siempre en mi corazón, a una altura extrema, en las nubes; me era preciso absolutamente revestir su destino de misterio, y deseaba, como es natural, que ese misterio no se descubriese de una manera tan fácil. Por otra parte, en su encuentro con ella y en sus dos años de sufrimiento, había también bastantes cosas complicadas: "él no había querido la fatalidad; el tenía necesidad de libertad, y no de la servidumbre del destino; era esa servidumbre del destino lo que lo había obligado a ofender a mamá, que lo esperaba en Koenigsberg... Además, ese hombre, en todo caso, era para mí un predicador: llevaba en su corazón la edad de oro y conocía...
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Часть текста: Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro V. Pro y contra. Capitulo VI. Todavía reina la oscuridad CAPITULO VI TODAVÍA REINA LA OSCURIDAD Después de haber dejado a Aliocha, Iván Fiodorovitch se dirigió a casa de su padre. De pronto -cosa extraña-, empezó a sentir una viva inquietud que iba en aumento a medida que se acercaba a la casa. Esta sensación le llenaba de estupor, pero no por sí misma, sino por la imposibilidad de definirla. Conocía la ansiedad por experiencia y no le sorprendía sentirla en aquellos momentos en que había roto con todo lo que le ligaba a aquella ciudad a iba a emprender un camino nuevo y desconocido, solo como siempre, lleno de una esperanza indeterminada, de una excesiva confianza en la vida, pero incapaz de precisar lo que de la vida esperaba. Sin embargo, no era la sensación de hallarse frente a lo desconocido lo que le atormentaba... "No será el disgusto que me inspira la casa de mi padre?", se dijo. Y añadió: "Es verdad, bien podría ser, hasta tal extremo me repugna, aunque...
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Часть текста: la casa? De allí parten tres caminos, y no podía vigilarlos todos. Al fin, se me ha ocurrido esperarte aquí, por donde forzosamente tenías que pasar, ya que no hay otro camino para ir al monasterio... Bueno, habla. Dime toda la verdad. Aplástame como a un gusano. Pero qué tienes? -Nada: es el miedo. Y además, Dmitri, la sangre de nuestro padre... Aliocha se echó a llorar. Hacía rato que lo deseaba. Le parecía que algo se desgarraba dentro de él. -Casi lo matas -añadió-. Lo has maldecido. Y ahora... bromeas. -Es verdad. Esto es innoble; no es propio de la situación. -Lo digo porque... -Un momento. Observa esta noche sombría, esas nubes, ese viento que se ha levantado. Cuando te esperaba debajo del sauce, me he dicho de pronto (Dios es testigo): " Para qué seguir sufriendo? Para qué esperar? He aquí un sauce. Con el pañuelo y la camisa, pronto habré trenzado una cuerda. Además, tengo los tirantes. Voy a quitar la tierra de mi vista." De pronto oí tus pasos. Fue como si un rayo me iluminara. "Sin embargo, hay en el mundo un hombre al que quiero. Aqui viene. Es ese hombrecito, mi hermano menor. Lo quiero más que a nadie en el mundo; es el único a quien quiero." Tan vivo ha sido mi afecto por ti en ese instante, que he estado a punto de arrojarme a tu cuello. Pero, de pronto, he tenido una ocurrencia estúpida: "Voy a darle un susto. Así lo divertiré." Y he gritado como un imbécil: "La bolsa o la vida!" Perdóname esta tonteria. Esto ha...
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Часть текста: una fijeza de insensatez. Pulqueria Alejandrovna se echó a llorar. Avdotia Romanovna estaba pálida y su mano temblaba en la de Rodia. -Volved a vuestro alojamiento... con él -dijo Raskolnikof con voz entrecortada y señalando a Rasumikhine-. Ya hablaremos mañana. Hace mucho que habéis llegado? -Esta tarde, Rodia -repuso Pulqueria Alejandrovna-. El tren se ha retrasado. Pero oye, Rodia: no te dejaré por nada del mundo; pasaré la noche aquí, cerca de... -No me atormentéis! -la interrumpió el enfermo, irritado. -Yo me quedaré con él -dijo al punto Rasumikhine-, y no te dejaré solo ni un segundo. Que se vayan al diablo mis invitados. No me importa que les sepa mal. Allí estará mi tío para atenderlos. -Cómo podré agradecérselo? -empezó a decir Pulqueria Alejandrovna estrechando las manos de Rasumikhine. Pero su hijo la interrumpió: -Basta, basta! No me martiricéis. No puedo más. -Vámonos, mamá. Salgamos aunque sólo sea un momento -murmuró Dunia, asustada-. No cabe duda de que nuestra presencia te mortifica. -Que no pueda quedarme a su lado después de tres años de separación! -gimió Pulqueria Alejandrovna, bañada en lágrimas. -Esperad un momento -dijo Raskolnikof-. Como me interrumpís, pierdo el hilo de mis ideas. Habéis visto a Lujine? -No, Rodia; pero ya sabe que hemos llegado. Ya nos hemos enterado de que Piotr Petrovitch ha tenido la atención de venir a verte hoy -dijo con cierta cortedad Pulqueria Alejandrovna. -Sí, ha sido muy amable... Oye, Dunia, he dicho a ese hombre que lo iba ...
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Часть текста: galería que bordeaba la fachada. Cuando avanzaba entre las sombras, una puerta se abrió de pronto a tres pasos de él. Raskolnikof asió el picaporte maquinalmente. -Quién va? -preguntó una voz de mujer con inquietud. -Soy yo, que vengo a su casa -dijo Raskolnikof. Y entró seguidamente en un minúsculo vestíbulo, donde una vela ardía sobre una bandeja llena de abolladuras que descansaba sobre una silla desvencijada. -Dios mío! Es usted? -gritó débilmente Sonia, paralizada por el estupor. -Es éste su cuarto? Y Raskolnikof entró rápidamente en la habitación, haciendo esfuerzos por no mirar a la muchacha. Un momento después llegó Sonia con la vela en la mano. Depositó la vela sobre la mesa y se detuvo ante él, desconcertada, presa de extraordinaria agitación. Aquella visita inesperada le causaba una especie de terror. De pronto, una oleada de sangre le subió al pálido rostro y de sus ojos brotaron lágrimas. Experimentaba una confusión extrema y una gran vergüenza en la que había cierta dulzura. Raskolnikof se volvió rápidamente y se sentó en una silla ante la mesa. Luego paseó su mirada por la habitación. Era una gran habitación de techo muy bajo, que comunicaba con la del sastre por una puerta abierta en la pared del lado izquierdo. En la del derecho había otra puerta, siempre cerrada con llave, que daba a otro departamento. La habitación parecía un hangar. Tenía la forma de un cuadrilátero irregular y un aspecto destartalado. La pared de la parte del canal tenía tres ventanas. Este muro se prolongaba oblicuamente y formaba al final un ángulo agudo y tan profundo, que en aquel rincón no era posible distinguir...
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Часть текста: desgracia! Raskolnikof se abrió paso entre la gente, y entonces pudo ver lo que provocaba tanto alboroto y curiosidad. En la calzada yacía un hombre ensangrentado y sin conocimiento. Acababa de ser arrollado por los caballos. Aunque iba miserablemente vestido, llevaba ropas de burgués. La sangre fluía de su cabeza y de su rostro, que estaba hinchado y lleno de morados y heridas. Evidentemente, el accidente era grave. -Señor! -se lamentaba el cochero-. Bien sabe Dios que no he podido evitarlo! Si hubiese ido demasiado de prisa..., si no hubiese gritado... Pero iba poco a poco, a una marcha regular: todo el mundo lo ha visto. Y es que un hombre borracho no ve nada: esto lo sabemos todos. Lo veo cruzar la calle vacilando. Parece que va a caer. Le grito una vez, dos veces, tres veces. Después retengo los caballos, y él viene a caer precisamente bajo las herraduras. Lo ha hecho expresamente o estaba borracho de verdad? Los caballos son jóvenes, espantadizos, y han echado a correr. Él ha empezado a gritar, y ellos se han lanzado a una carrera aún más desenfrenada. Así ha ocurrido la desgracia. -Es verdad que el cochero ha gritado más de una vez y muy fuerte -dijo una voz. -Tres veces exactamente -dijo otro-. Todo el mundo le ha oído. Por otra parte, el cochero no parecía muy preocupado por las consecuencias del accidente. El elegante coche pertenecía sin...
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Часть текста: esperanzas no se realizaron del todo: no las encontré solas. Versilov no estaba allí, pero Tatiana Pavlovna se había instalado en casa de mi madre, y era a pesar de todo una desconocida. La mitad de mis disposiciones generosas se desvanecieron de golpe. Es asombroso lo rápido y cambiante que soy en tales ocasiones: basta una mota de polvo o un cabello para disipar mi buen humor y reemplazarlo por el malo. Y por desgracia mis malas impresiones son menos rápidas en dispersarse, aunque yo no sea rencoroso. Cuando entré, me di cuenta de que mi madre acababa de interrumpir en aquel instante y a toda prisa el hilo de su conversación, por lo visto muy animada, con Tatiana Pavlovna. Mi hermana había vuelto del trabajo apenas un minuto antes que yo y aún no había salido de su habitación. Aquel partido se componía de tres habitaciones: aquella en la que todo el mundo se reunía según la costumbre, la habitación del medio o salón, era bastante espaciosa y hasta conveniente. Se veían allí divanes rojos y blandos, por lo demás pasablemente usados (Versilov no soportaba las fundas),...
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Часть текста: los incidentes de la noche pasada y se daba cuenta de que le había sucedido algo extraordinario, de que había recibido una impresión muy diferente de las que le eran familiares. Además, comprendía que el sueño que se había forjado era completamente irrealizable, tanto, que se sintió avergonzado de haberle dado cabida en su mente, y se apresuró a expulsarlo de ella, para dedicar su pensamiento a otros asuntos, a los deberes más razonables que le había legado, por decirlo así, la maldita jornada anterior. Lo que más le abochornaba era recordar hasta qué extremo se había mostrado innoble, pues, además de estar ebrio, se había aprovechado de la situación de la muchacha para criticar ante ella llevado de un sentimiento de celos torpe y mezquino, al hombre que era su prometido, ignorando los lazos de afecto que existían entre ellos y, en realidad, sin saber nada de aquel hombre. Por otra parte, con qué derecho se había permitido juzgarle y quién le había pedido que se erigiera en juez? Acaso una criatura como Avdotia Romanovna podía entregarse a un hombre indigno sólo por el dinero? No, no cabía duda de que Piotr Petrovitch poseía alguna cualidad. El alojamiento? Él no podía saber lo que era aquella casa. Les había buscado hospedaje; por lo tanto, había cumplido su deber. Ah, qué...
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Часть текста: Sin hablar de lo demás, estaba seguro al menos de que, por haber adoptado aquel tono, yo había borrado todo lo que había de ridículo en mi posición. Pero no tuve tiempo de pensar largamente en todo aquello: mi cerebro estaba ocupado por Kraft. No es que me atormentase mucho, pero a pesar de todo yo estaba conmovido hasta el fondo del alma; y hasta el punto de que el sentimiento ordinario de placer que experimentan los hombres en presencia de la desgracia del prójimo, por ejemplo cuando alguien se rompe una pierna, pierde el honor, se ve privado de un ser querido, etc., aquel mismo sentimiento ordinario de innoble satisfacción cedía en mí enteramente a otro sentimiento, a una sensación extremadamente imperiosa, a la pena, al dolor... si es que aquello era el dolor, lo ignoro... en todo caso a un sentimiento extremadamente poderoso y bueno. Y por aquello también estaba yo contento. Es asombrosa la multitud de ideas extrañas que pueden atravesarle a uno el espíritu precisamente cuando se está sacudido por alguna noticia colosal que debería, parece, ahogar los demás sentimientos y dispersar todas las ideas extrañas, sobre todo las ideas sin importancia; ahora bien, son éstas, por el...