Поиск по творчеству и критике
Cлово "QUINCE"
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Часть текста: dieciséis, época en que, como sabes, existía la costumbre de hacer intervenir en los poemas a los poderes celestiales. No me refiero a Dante. En Francia, los cleros de la basoche y los monjes daban representaciones teatrales en las que aparecían la Virgen, los ángeles, los santos, Cristo y Dios Padre. Estos espectáculos eran por demás ingenuos. Según nos cuenta Victor Hugo en su Notre-Dame de Paris, durante el reinado de Luis XI, para celebrar el nacimiento del delfín, se ofreció en Paris una representación gratuita del misterio Le bon jugement de la tres sainte et gracieuse Vierge Marie . En esta obra aparece la Virgen y emite su bon jugement. En Moscú se daban de vez en cuando representaciones de este tipo, tomadas especialmente del Antiguo Testamento, antes de Pedro el Grande. Además, circulaban una serie de relatos y poemas en los que aparecían los santos, los ángeles y todo el ejército celestial. En nuestros monasterios se traducían y se copiaban esos poemas, a incluso se componían algunos originales, todo ello durante la dominación tártara. Uno de tales poemas, sin duda traducido del griego, es "La Virgen entre los condenados", que nos ofrece escenas de una audacia dantesca. La Virgen visita el infierno, conducida por el arcángel San Miguel. La Virgen ve a los condenados y sus tormentos. Le llama la atención una categoría de pecadores muy interesante que está en un lago de fuego. Algunos se hunden en este lago y no vuelven a aparecer. "Éstos son los olvidados incluso por Dios": he aquí una frase profunda y vigorosa. La Virgen, desconsolada, cae de rodillas ante ...
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Часть текста: en sus intrigas!" , pero yo lo había dicho y por eso estaba contento. Sin hablar de lo demás, estaba seguro al menos de que, por haber adoptado aquel tono, yo había borrado todo lo que había de ridículo en mi posición. Pero no tuve tiempo de pensar largamente en todo aquello: mi cerebro estaba ocupado por Kraft. No es que me atormentase mucho, pero a pesar de todo yo estaba conmovido hasta el fondo del alma; y hasta el punto de que el sentimiento ordinario de placer que experimentan los hombres en presencia de la desgracia del prójimo, por ejemplo cuando alguien se rompe una pierna, pierde el honor, se ve privado de un ser querido, etc., aquel mismo sentimiento ordinario de innoble satisfacción cedía en mí enteramente a otro sentimiento, a una sensación extremadamente imperiosa, a la pena, al dolor... si es que aquello era el dolor, lo ignoro... en todo caso a un sentimiento extremadamente poderoso y bueno. Y por aquello también estaba yo contento. Es asombrosa la multitud de ideas...
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Часть текста: que al general le daba cierta vergüenza mirarme. Marya Filippovna estaba atareadísima y me habló un poco por encima del hombro, pero tomó el dinero, lo contó y escuchó todo mi informe. Esperaban a comer a Mezentzov, al francesito y a no sé qué inglés. Como de costumbre, en cuanto había dinero invitaban a comer, al estilo de Moscú. Polina Aleksandrovna me preguntó al verme por qué había tardado tanto; y sin esperar respuesta salió para no sé dónde. Por supuesto, lo hizo adrede. Menester es, sin embargo, que nos expliquemos. Hay mucho que contar. Me asignaron una habitación exigua en el cuarto piso del hotel. Saben que formo parte del séquito del general. Todo hace pensar que se las han arreglado para darse a conocer. Al general le tienen aquí todos por un acaudalado magnate ruso. Aun antes de la comida me mandó, entre otros encargos, a cambiar dos billetes...
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Часть текста: más tarde. De momento, demostraré solamente que la consecución de mi objetivo está garantizada matemáticamente. La cosa es de una sencillez infinita; todo el secreto consiste en dos palabras: terquedad y continuidad. -Ya sabemos eso - se me dirá -; no es novedad ninguna. En Alemania, cada "Vater" se lo repite a sus hijos. Y sin embargo su Rothschild de usted (el difunto James Rothschild, de París, al que me refiero) ha sido siempre único, mientras que hay millones de "Vater". Responderé: -Ustedes aseguran que ya lo saben. Pues bien, no saben absolutamente nada. Existe un punto sin embargo en el que ustedes tienen razón: si he dicho que es una cosa "infinitamente simple", me he olvidado de añadir que es también la más difícil. Todas las religiones y todas las morales del mundo se reducen a esto: "Hay que amar la virtud y huir del vicio." Cómo, parece que haya nada más sencillo? Pues bien, haced algo virtuoso, huid de uno solo cualquiera de vuestros...
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Часть текста: Cuando ya cerca del Casino le mostré desde lejos al barón y a la baronesa de Burmerhelm, los miró abstraída y dijo con completa indiferencia: "Ah!". Se volvió de pronto a Potapych y Marfa, que venían detrás, y les dijo secamente: -Vamos a ver, por qué me venís siguiendo? No voy a traeros todas las veces! Idos a casa! Contigo me basta -añadió dirigiéndose a mí cuando los otros se apresuraron a despedirse y volvieron sobre sus pasos. En el Casino ya esperaban a la abuela. Al momento le hicieron sitio en el mismo lugar de antes, junto al crupier. Se me antoja que estos crupieres, siempre tan finos y tan empeñados en no parecer sino empleados ordinarios a quienes les da igual que la banca gane o pierda, no son en realidad indiferentes a que la banca pierda, y por supuesto reciben instrucciones para atraer jugadores y aumentar los beneficios oficiales; a este fin reciben sin duda premios y gratificaciones. Sea como fuere, miraban ya a la abuela como víctima. Acabó por suceder lo que veníamos temiendo. He aquí cómo pasó la cosa. La abuela se lanzó sin más sobre el zéro y me mandó apostar a él doce federicos de oro. Se hicieron una, dos, tres posturas... y el zéro no...
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Часть текста: de que la noche estaba muy avanzada, pero no pensaba en levantarse. Cuando el día apuntó, él seguía tendido de bruces en el diván, sin haber logrado sacudir aquel sopor que se había adueñado de todo su ser. De la calle llegaron a su oído gritos estridentes y aullidos ensordecedores. Estaba acostumbrado a oírlos bajo su ventana todas las noches a eso de las dos. Esta vez el escándalo lo despertó. "Ya salen los borrachos de las tabernas -se dijo- Deben de ser más de las dos." Y dio tal salto, que parecía que le habían arrancado del diván. "Ya las dos? Es posible?" Se sentó y, de pronto, acudió a su memoria todo lo ocurrido. En los primeros momentos creyó volverse loco. Sentía un frío glacial, pero esta sensación procedía de la fiebre que se había apoderado de él durante el sueño. Su temblor era tan intenso, que en la habitación resonaba el castañeteo de sus dientes. Un vértigo horrible le invadió. Abrió la puerta y estuvo un momento escuchando. Todo dormía en la casa. Paseó una mirada de asombro sobre sí mismo y por todo cuanto le rodeaba. Había algo que no comprendía. Cómo era posible que se le hubiera olvidado pasar el pestillo de la puerta? Además, se había acostado vestido e incluso con el sombrero, que se le había caído y estaba allí, en el ...
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Часть текста: II CAPÍTULO II I A Lisa, yo no la había "olvidado"; mamá se engañaba. Aquella madre sensible veía que reinaba una especie de frialdad entre el hermano y la hermana, pero no era cuestión de falta de cáriño, antes bien de celos. Voy a explicarme, puesto que viene a cuento, en dos palabras. La pobre Lisa, después del arresto del príncipe, estaba como poseída de yo no sé qué orgullo arrogante, qué altivez inaccesible, casi insoportable; pero todo el mundo en la casa adivinó la verdad, a saber, que ella sufría, y, en cuanto a mí, si al principio me irritaba y fruncía las cejas ante aquellos modales, fue únicamente a causa de mi susceptibilidad mezquina, decuplicada aún por la enfermedad; por lo menos eso es lo que pienso hoy de ello. Pero jamás dejé de querer a Lisa. Muy al contrario, la quería todavía más. Solamente que no quería ser yo quien diera el primer paso, aun comprendiendo que tampoco sería ella quien to daría, a ningún precio. Desde que se conoció la historia del príncipe, inmediatamente después de su arresto, Lisa no...
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Часть текста: y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer. Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle. "Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa...
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Часть текста: no había salido de su habitación. Aquel partido se componía de tres habitaciones: aquella en la que todo el mundo se reunía según la costumbre, la habitación del medio o salón, era bastante espaciosa y hasta conveniente. Se veían allí divanes rojos y blandos, por lo demás pasablemente usados (Versilov no soportaba las fundas), algunos tapices, varias mesas veladores inútiles. Seguidamente, a la derecha, se abría el cuarto de Versilov, estrecho y exiguo, con una sola ventana; había allí una miserable mesa de escritorio sobre la que se arrastraban varios libros abandonados y papeles olvidados, y delante de la mesa un no menos lastimoso sillón blando, cuyos muelles rotos apuntaban al aire, lo que con frecuencia hacía gemir y jurar a Versilov. En aquel mismo gabinete era donde se le preparaba la cama en un diván blando a igualmente usado; él detestaba aquel gabinete y, según creo, no se servía jamás de él, prefiriendo quedarse sin hacer nada en el salón durante horas enteras. A la izquierda del salón se encontraba un cuartito exactamente idéntico, donde dormían mi madre y mi hermana. Se tenía acceso al salón por un pasillo que terminaba en la cocina, donde se alojaba la cocinera Lukeria (42). Cuando ella estaba en funciones, un olor a grasa quemada se esparcía sin piedad por todo el apartamiento. Había instantes en que Versilov maldecía en alta voz de su suerte y de toda su existencia a causa de aquellos aromas cocineriles, y en eso por lo menos yo ...
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Часть текста: ruleta" del Rin; y, segunda, de los montones de oro que, según dicen, se ven en las mesas. Porque en definitiva, no se les paga por ello, y sencillamente lo dicen por puro servilismo. No hay esplendor alguno en estas salas cochambrosas, y en cuanto a oro, no sólo no hay montones de él en las mesas, sino que apenas se ve. Cierto es que alguna vez durante la temporada aparece de pronto un tipo raro, un inglés o algún asiático, un turco, como sucedió este verano, y pierde o gana sumas muy considerables; los demás, sin embargo, siguen jugándose unos míseros gulden, y la cantidad que aparece en la mesa es por lo general bastante modesta. Cuando entré en la sala de juego (por primera vez en m vida) dejé pasar un rato sin probar fortuna. Además, la muchedumbre era agobiante. Sin embargo, aunque hubiera estado solo, creo que en esa ocasión me hubiera marchado sin jugar. Confieso que me latía fuertemente el corazón y que no las tenía todas conmigo; muy probablemente sabía, y había decidido tiempo...