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Cлово "VOLAR"


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1. Dostoevsky. El jugador (Spanish. Игрок). Capitulo 10
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2. Dostoevsky. El adolecente (Spanish. Подросток). Primera parte. Capítulo II
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3. Dostoevsky. El adolecente (Spanish. Подросток). Segunda parte. Capítulo V
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4. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Преступление и наказание). Segunda parte. Capítulo II
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5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro IV. Escenas. Capítulo VII. Al aire libre
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1. Dostoevsky. El jugador (Spanish. Игрок). Capitulo 10
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Часть текста: jefes de comedor de los hoteles se guían, al dar acomodo al huésped, no tanto por los requerimientos y preferencias de éste cuanto por la propia opinión personal que de él se forjan; y conviene subrayar que raras veces se equivocan. Ahora bien, no se sabe por qué, a la abuela le señalaron un alojamiento tan espléndido que se pasaron de rosca; cuatro habitaciones magníficamente amuebladas, con baño, dependencias para la servidumbre, cuarto particular para la camarera, etc., etc. Era verdad que estas habitaciones las había ocupado la semana anterior una grande duchesse, hecho que, ni que decir tiene, se comunicaba a los nuevos visitantes para ensalzar el alojamiento. Condujeron a la abuela,,mejor dicho, la transportaron, por todas las habitaciones y ella las examinó detenida y rigurosamente. El jefe de comedor, hombre ya entrado en años, medio calvo, la acompañó respetuosamente en esta primera inspección. Ignoro por quién tomaron a la abuela, pero, según parece, por persona sumamente encopetada y, lo que es más importante, riquísima. La inscribieron en el registro, sin más, como "madame la générale princesse de Tarassevitcheva", aunque jamás había sido princesa. Su propia servidumbre, su vagón particular, la multitud innecesaria de baúles, maletas, y aun arcas que llegaron con ella, todo ello sirvió de...
2. Dostoevsky. El adolecente (Spanish. Подросток). Primera parte. Capítulo II
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Часть текста: rico y consejero privado (12), no era en forma alguna pariente de los príncipes Sokolski de Moscú (miserables desde hacía varias generaciones) con los que Versilov estaba enfrentado en aquel proceso. Lo único que tenían de semejante era el apellido. Sin embargo, el viejo príncipe se interesaba mucho por ellos y quería de uná manera muy especial a uno de ellos, el jefe por así decirlo de la familia, un oficial joven. Versilov, hasta hacía poco, había tenido una influencia inmensa en los asuntos de aquel viejo y era su amigo, un amigo muy singular, puesto que aquel pobre príncipe, según he podido darme cuenta, le tenía un miedo terrible, no solamente en la época que entré a su servicio, sino también, creo, en todo el tiempo que duró aquella amistad. Por lo demás, desde hacía tiempo, ya no se veían; el acto deshonroso del que se acusaba a Versilov...
3. Dostoevsky. El adolecente (Spanish. Подросток). Segunda parte. Capítulo V
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Часть текста: estaba visiblemente inquieta; Versilov sonreía, pero con esfuerzo. "No habrán disputado?", pensé. Al principio, todo fue bien. Versilov solamente torció el gesto delante de la sopa de fideos, poniendo una cara larguísima cuando trajeron las albóndigas. -Basta que diga que mi estómago no soporta un determinado plato para que, al día siguiente, haga su aparicién - se dejó decir, lleno de despecho. -Pero, Andrés Petrovitch, qué quiere usted que haga? Todos los días no se puede inventar un plato nuevo - respondió tímidamente mi madre. -Tu madre es todo lo contrario de algunos de nuestros periódicos para los que todo lo que es nuevo es bueno. Versilov quería bromear, decir alguna cosa jovial y amable, pero no lo consiguió; no hizo más que asustar mayormente a mi madre que, como es natural, no comprendió nada de aquella comparación con los periódicos y lanzó miradas angustiadas. En aquel instante entró Tatiana Pavlovna, que declaró haber comido ya y que se sentó sobre el diván al lado de mi madre. Yo no había conseguido aún ganarme las simpatías de aquella persona; al contrario, me atacaba más y más, a propósito de todo y de nada. Su descontento había incluso aumentado en los últimos tiempos: no podía ver mi traje de dandy, y Lisa me había confiado que estuvo a punto de sufrir un ataque al enterarse de que tenía un cochero a mis órdenes. Yo había acabado por rehuirla lo más que podía. Hacía dos meses, después de la restitución de la herencia, había corrido a su casa para contarle la conducta de Versilov, pero no me...
4. Dostoevsky. Crimen y castigo (Spanish. Преступление и наказание). Segunda parte. Capítulo II
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Часть текста: pendientes o algo parecido (no se detuvo a mirarlo); cuatro pequeños estuches de tafilete; una cadena de reloj envuelta en un trozo de papel de periódico, y otro envoltorio igual que, al parecer, contenía una condecoración. Raskolnikof repartió todo esto por sus bolsillos, procurando que no abultara demasiado, cogió también la bolsita y salió de la habitación, dejando la puerta abierta de par en par. Avanzaba con paso rápido y firme. Estaba rendido, pero conservaba la lucidez mental. Temía que la policía estuviera ya tomando medidas contra él; que al cabo de media hora, o tal vez sólo de un cuarto, hubiera decidido seguirle. Por lo tanto, había que apresurarse a hacer desaparecer aquellos objetos reveladores. No debía cejar en este propósito mientras le quedara el menor residuo de fuerzas y de sangre fría... Adónde ir...? Este punto estaba ya resuelto. "Arrojaré las cosas al canal y el agua se las tragará, de modo que no quedará ni rastro de este...
5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro IV. Escenas. Capítulo VII. Al aire libre
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Часть текста: atraerme su interés. -Tengo algo importante que decirle -manifestó Aliocha-. Pero no sé cómo empezar. -Lo sospechaba. No era lógico que hubiera venido usted únicamente para quejarse de mi hijo. A propósito: en casa no he querido describirle la escena y voy a hacerlo ahora. Verá usted. Hace ocho días, el "estropajo" estaba más poblado. Me refiero a mi barba; la llaman así, sobre todo los chiquillos. Pues bien, cuando su hermano me cogió de la barba y me arrastró hasta en medio de la calle y allí siguió zarandeándome, todo por una nimiedad, era precisamente la hora en que los niños salían del colégio, y con ellos iba Iliucha. Apenas me vio en una situación tan desdichada, vino hacia mí gritando: " Papá, papá! " Se abraza a mí, me aprieta, pretende libertarme, grita a mi agresor: " Déjelo, déjelo! Es mi padre! Perdónelo!" Y lo rodeó con sus bracitos y le besó la mano, la misma mano que... Jamás olvidaré la expresión que tenía su carita en aquel momento. -Le aseguro -exclamó Aliocha- que mi hermano le expresará su arrepentimiento con toda sinceridad. Si es preciso, se arrodillará en el mismo lugar de la agresión. Le obligaré a ello. Si no lo quiere hacer, dejará de ser mi hermano. -Bah, bah! Eso no es más que un buen deseo. No ha salido de él, sino de usted, que es noble y generoso. Usted debió decírselo en seguida. Ahora permítame que le explique el espíritu caballeresco que su hermano...