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Часть текста: Habían dado ya las tres, eso era lo que me inquietaba: "Teniendo una cita, llegar tarde! " También se presentaban a mi espíritu cuestiones estúpidas de esta índole: " Qué es ahora más conveniente: la audacia o la timidez?" Pero todo aquello no hacía más que pasar, porque en mi corazón estaba lo esencial, un algo esencial que yo no podía precisar. Era algo que había sido dicho la víspera: "Estaré mañana a las tres en casa de Tatiana Pavlovna." Era todo. Pero, primeramente, en su casa, en su habitación, yo era recibido de una forma completamente particular, y ella podía decirme todo lo que quisiera sin trasladarse a casa de Tatiana Pavlovna. Entonces, qué objeto tenía fijar otro lugar, decir que en casa de Tatiana Pavlovna? Otra pregunta más: Tatiana Pavlovna estará en su casa o no? Si se trata de una cita, Tatiana Pavlovna no estará. Y cómo hacer que no esté sin explicárselo todo previamente? Está entonces Tatiana Pavlovna en el secreto? Esa idea me parecía horrible, inconveniente, casi grosera. En fin, sencillamente, ella había podido tener la intención de hacerle una visita a Tatiana Pavlovna: me lo había comunicado el día anterior sin otro propósito, y yo me había formado unas ideas raras. Aquello había sido dicho incidentalmente, con todo abandono, con entera tranquilidad, y después de una sesión bien aburrida, porque todo el tiempo que permanecí en su...
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Часть текста: aquí el procesado Nicolás -dijo una voz. -No lo necesito. Que se lo lleven. Pero, acto seguido, Porfirio corrió hacia la puerta. -Esperen! A qué ha venido? Qué significa este desorden? -Es que Nicolás... -empezó a decir el mismo que había hablado antes. Pero se interrumpió de súbito. Entonces, y durante unos segundos, se oyó el fragor de una verdadera lucha. Después pareció que alguien rechazaba violentamente a otro, y, seguidamente, un hombre pálido como un muerto irrumpió en el despacho. El aspecto de aquel hombre era impresionante. Miraba fijamente ante sí y parecía no ver a nadie. Sus ojos tenían un brillo de resolución. Sin embargo, su semblante estaba lívido como el del condenado a muerte al que llevan a viva fuerza al patíbulo. Sus labios, sin color, temblaban ligeramente. Era muy joven y vestía con la modestia de la gente del pueblo. Delgado, de talla media, cabello cortado al rape, rostro enjuto y finas facciones. El hombre al que acababa de rechazar entró inmediatamente tras él y le cogió por un hombro. Era un gendarme. Pero Nicolás consiguió desprenderse de él nuevamente. Algunos...
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Часть текста: Toda aquella noche me la pasé soñando con la ruleta, con el juego, con el oro, con los arreglos de cuentas. Calculaba, como frente a una mesa de juego, las posturas y las oportunidades, y durante toda la noche aquello fue como una especie de pesadilla abrumadora. Diré la verdad: en todo el día anterior, a pesar de mis impresiones extraordinarias, no podía menos que acordarme una y otra vez de mis ganancias en casa de Zerchtchikov. Expulsaba la idea, pero no podía rechazar la impresión, y me estremecía a cada recuerdo. Aquella ganancia me había mordido en el corazón. Habría -nacido yo jugador? Por lo menos, sí era probable que tuviese las cualidades ser jugador. Incluso hoy día, al escribir estas líneas, me gusta a veces pensar en el juego. Me sucede en ocasiones pasarme horas enteras, en silencio, haciendo cálculos de juego y viéndome en sueños apostando y ganando (101). Sí, tengo "cualidades" muy diversas, y mi alma no está tranquila. Tenía el proyecto de ir a las diez a casa de Stebelkov, a pie. Despedí a Matvei en cuanto se presentó. Mientras me bebía mi café, trataba de ...
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Часть текста: una especie de neblina le hubiera envuelto y hundido en un fatídico y doloroso aislamiento. Cuando más adelante recordaba este período de su vida, comprendía que entonces su razón vacilaba a cada momento y que este estado, interrumpido por algunos intervalos de lucidez, se había prolongado hasta la catástrofe definitiva. Tenía el convencimiento de que había cometido muchos errores, sobre todo en las fechas y sucesión de los hechos. Por lo menos, cuando, andando el tiempo, recordó, y trató de poner en orden estos recursos, y después de explicarse lo sucedido, sólo gracias al testimonio de otras personas pudo conocer muchas de las cosas que pertenecían a aquel período de su propia vida. Confundía los hechos y consideraba algunos como consecuencia de otros que sólo existían en su imaginación. A veces le dominaba una angustia enfermiza y un profundo terror. Y también se acordaba de haber pasado minutos, horas y acaso días sumido en una apatía que sólo podía compararse con el estado de indiferencia de ciertos moribundos. En general, últimamente parecía preferir cerrar los ojos a su situación que darse cuenta exacta de ella. Así, ciertos hechos esenciales que se veía obligado a dilucidar le mortificaban, y, en compensación, descuidaba alegremente otras cuestiones cuyo olvido podía serle fatal, teniendo en cuenta su situación. Svidrigailof le inquietaba de un modo especial. Incluso podía decirse que su pensamiento se había fijado e inmovilizado en él. Desde que había oído las palabras, claras y amenazadoras, que este hombre había pronunciado en la habitación de Sonia el día de la muerte de Catalina Ivanovna, las ideas de...
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Часть текста: pero estaba tan trastornado! ... " No obstante, se alegró cuando Marta Ignatievna, que le abrió la puerta del jardín (Grigori estaba enfermo, en cama), le dijo que Iván había salido hacía dos horas. -Y mi padre? -Se ha levantado y está tomando el café -repuso la vieja. Aliocha entró en la casa. Su padre, sentado ante la mesa, en zapatillas y con una chaqueta vieja, examinaba sus cuentas para distraerse y sin poner en ello gran interés. Su atención estaba en otra parte. Lo habían dejado solo en la casa, pues tampoco estaba Smerdiakov: se había ido a comprar lo que necesitaba para la cocina. Aunque se había levantado temprano y se hacia el valiente, era indudable que se sentía débil y fatigado. Su frente, en la que habían aparecido varios morados, estaba ceñida por un pañuelo rojo. La gran hinchazón de la nariz daba a su rostro una expresión agria y perversa, y Fiodor Pavlovitch se daba cuenta de ello. Al notar la presencia de su hijo le dirigió una mirada nada amistosa. -El café está frío -dijo secamente-; por eso no te ofrezco. Hoy, querido, sólo comeré una sopa de pescado, y no invito a nadie. A qué has venido? -Quería saber cómo estabas. -Claro. Además, yo te rogué ayer que vinieras. Fue una tontería. Te has molestado...