Поиск по творчеству и критике
Cлово "BILLETES"
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Часть текста: a acostarse. Confiando en el portero, no habían cerrado la puerta del piso. Apenas entró, Mitia cogió a Fenia del cuello. -Dime en seguida con quién está ella en Mokroie! -rugió. Las dos mujeres lanzaron un grito. -Se lo diré todo, querido Dmitri Fiodorovitch; se lo diré todo -farfulló Fenia, aterrada-. No le ocultaré nada. La señorita ha ido a ver a un oficial. -A qué oficial? -Al que la abandonó hace cinco años. Dmitri soltó a Fenia. Estaba pálido como un muerto y se había quedado sin voz. Las pocas palabras de Fenia habían sido suficientes para que lo comprendiera todo, para que adivinara incluso el menor detalle. La pobre Fenia era incapaz de darse cuenta de nada. Se había sentado en un cajón y alli permanecía temblorosa, con los brazos tendidos como para defenderse, sin hacer el menor movimiento. Con las pupilas dilatadas por el espanto, miraba a Mitia y a sus manos manchadas de sangre. Por el camino debía de habérselas llevado a la cara para limpiarse el sudor, pues tenía manchas de sangre en la frente y en el carrillo derecho. Fenia estaba a punto de sufrir un ataque de nervios. La vieja cocinera parecía que iba a perder el conocimiento. Tenía los ojos desorbitados como una loca. Dmitri se sentó maquinalmente al lado de Fenia. Estaba sumido en una especie de estupor. Sus pensamientos erraban. Pero todo estaba claro para él. La misma Gruchegnka le había hablado de aquel oficial y de la carta suya que había recibido un mes atrás. Así, desde hacía un mes, la intriga amorosa se había urdido sin que él se diera cuenta. El oficial había llegado antes de que él le hubiera vuelto a...
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Часть текста: asombrada, pero me recibirá. Si no me recibe, insistiré para que lo haga, le mandaré decir que es absolutamente necesario. Creerá que se trata del documento, y me recibirá. Y me enteraré de todo con respecto a Tatiana. A continuación... pues bien, a continuación, qué? Si soy yo el que estoy equivocado, presentaré mis excusas; si tengo razón y es ella la que se ha portado mal, entonces será el fin de todo. Qué es lo que voy a perder? Nada. Vamos allá, vamos allá! " Ahora bien, no lo olvidaré nunca, y me acordaré de eso con orgullo,no fui de ninguna rnanera! Nadie lo sabrá, esto quedará ignorado, pero me basta con saberlo yo, con saber que en aquel momento he sido capaz de una reacción de infinita nobleza. "Es una tentación, y la venceré", decidí al fin, después de haber reflexionado. "Se me ha querido asustar, pero yo no he creído, no he perdido mi fe en su pureza. Qué necesidad hay de ir allí? Para informarme de qué?, Por qué tendría ella que creer...
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Часть текста: Kondratievna se encontró con un borracho que llevaba un caftán remendado. Iba haciendo eses y lanzando juramentos. A veces dejaba de vociferar para cantar con voz ronca: -Para Piter ha partido Vanka; ya no lo esperaré. Invariablemente, después del segundo verso interrumpía el canto y reanudaba las invectivas. Poco después, Iván Fiodorovitch sintió, sin saber por qué, un odio profundo hacia aquel hombre. Se dio cuenta de ello de pronto. Inmediatamente le asaltó un deseo irresistible de golpearlo. Precisamente en ese momento estaban el uno al lado del otro. El borracho, en uno de sus vaivenes, tropezó violentamente con Iván, y éste respondió con un furioso empujón. El del caftán cayó de espaldas sobre la helada tierra, donde, tras proferir un gemido, quedó mudo, inmóvil, inconsciente. "Se helará!", pensó Iván mientras reanudaba su camino. Acudió a abrirle María Kondratievna con una bujía en la mano. Ya en el vestíbulo, María le dijo en voz baja que Pavel Fiodorovitch -es decir, Smerdiakov- estaba muy enfermo. Incluso había rechazado el té. -Supongo que no cesará de vociferar -dijo Iván. -Al contrario: nunca ha estado más tranquilo. No le entretenga demasiado. Iván entró en la habitación. Estaba tan caldeada como de costumbre, pero se observaban en ella algunos cambios: uno de los bancos había sido...
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Часть текста: de su estado de debilidad, pero la extrema tensión de ánimo a la que debía su serenidad le comunicaba una gran serenidad en sí mismo y parecía darle fuerzas. Por lo demás, no temía caerse en la calle. Cuando estuvo enteramente vestido con sus ropas nuevas, permaneció un momento contemplando el dinero que Rasumikhine había dejado en la mesa. Tras unos segundos de reflexión, se lo echó al bolsillo. La cantidad ascendía a veinticinco rublos. Cogió también lo que a su amigo le había sobrado de los diez rublos destinados a la compra de las prendas de vestir y, acto seguido, descorrió el cerrojo. Salió de la habitación y empezó a bajar la escalera. Al pasar por el piso de la patrona dirigió una mirada a la cocina, cuya puerta estaba abierta. Nastasia daba la espalda a la escalera, ocupada en avivar el fuego del samovar. No oyó nada. En lo que menos pensaba era en aquella fuga. Momentos después ya estaba en la calle. Eran alrededor de las ocho y el sol se había puesto. La atmósfera era asfixiante, pero él aspiró ávidamente el polvoriento aire, envenenado por las emanaciones pestilentes de la ciudad. Sintió un ligero vértigo, pero sus ardientes ojos y todo su rostro, descarnado y lívido, expresaron de súbito una energía salvaje. No llevaba rumbo fijo, y ni siquiera pensaba en ello. Sólo pensaba en una cosa: que era preciso poner fin a todo aquello inmediatamente y de un modo definitivo, y que si no lo conseguía no volvería a su casa, pues no quería seguir viviendo así. Pero cómo lograrlo? Del modo de...
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Часть текста: cómo empezar. -Lo sospechaba. No era lógico que hubiera venido usted únicamente para quejarse de mi hijo. A propósito: en casa no he querido describirle la escena y voy a hacerlo ahora. Verá usted. Hace ocho días, el "estropajo" estaba más poblado. Me refiero a mi barba; la llaman así, sobre todo los chiquillos. Pues bien, cuando su hermano me cogió de la barba y me arrastró hasta en medio de la calle y allí siguió zarandeándome, todo por una nimiedad, era precisamente la hora en que los niños salían del colégio, y con ellos iba Iliucha. Apenas me vio en una situación tan desdichada, vino hacia mí gritando: " Papá, papá! " Se abraza a mí, me aprieta, pretende libertarme, grita a mi agresor: " Déjelo, déjelo! Es mi padre! Perdónelo!" Y lo rodeó con sus bracitos y le besó la mano, la misma mano que... Jamás...
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Часть текста: (Spanish. Игрок). Capítulo 14 Capítulo 14 Lancé un grito. -Qué pasa?, qué pasa? -me preguntó en tono raro. Estaba pálida y su aspecto era sombrío. -Cómo que qué pasa? Usted? Aquí en mi cuarto? -Si vengo, vengo toda. Ésa es mi costumbre. Lo verá usted pronto. Encienda una bujía. Encendí la bujía. Se levantó, se acercó a la mesa y me puso delante una carta abierta. -Lea -me ordenó. -Ésta... ésta es la letra de Des Grieux! -exclamé tomando la carta. Me temblaban las manos y los renglones me bailaban ante los ojos. He olvidado los términos exactos de la carta, pero aquí va, si no palabra por palabra, al menos pensamiento por pensamiento. "Mademoiselle -escribía Des Grieux-: Circunstancias desagradables me obligan a marcharme inmediatamente Usted misma ha notado, sin duda, que he evitado adrede tener con usted una explicación definitiva mientras no se aclarasen esas circunstancias. La llegada de su anciana pariente (de la vieille dame) y su absurda conducta aquí han puesto fin a mis dudas. El embrollo en que se hallan mis propios asuntos me impide alimentar en el futuro las dulces esperanzas con que me permitió usted embriagarme durante algún tiempo. Lamento el pasado, pero espero que en mi comportamiento no haya usted encontrado nada indigno de un caballero y un hombre de bien (gentíl-homme et honnête homme). Habiendo perdido casi todo mi dinero en préstamos a su padrastro, me encuentro en la extrema necesidad de utilizar con provecho lo que me queda. Ya he hecho saber a mis amigos de Petersburgo que procedan sin demora a la venta de los bienes hipotecados a mi favor. Sabiendo, sin embargo, que el irresponsable de...
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Часть текста: apenas se levante el día... Señores, me permiten ustedes que permanezca en esta habitación, haciéndoles compañía; sólo hasta mañana por la mañana? Dirigió estas últimas palabras al personaje sentado en el canapé. Éste retiró lentamente la pipa de su boca y dijo con grave expresión: -Panie , esto es una reunión particular. Hay otras habitaciones. -Pero si es Dmitri Fiodorovitch! -exclamó Kalganov-. Bien venido! Siéntese! -Buenas noches, mi querido amigo! -dijo Mitia al punto, rebosante de alegría y tendiéndole la mano por encima de la mesa-. Siempre he sentido por usted la más profunda estimación! Kalganov profirió un "Ay!" y exclamó riendo: -Me ha hecho usted polvo los dedos! -Así debe estrecharse la mano -dijo Gruchegnka con un esbozo de sonrisa. La joven había deducido de la actitud de Mitia que éste no armaría escándalo, y lo observaba con una curiosidad no exenta de inquietud. Había en él algo que la sorprendia. Nunca habría creido que se...
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Часть текста: XI. Ni dinero ni robo CAPÍTULO XI NI DINERO NI ROBO Hubo un pasaje en el informe de la defensa que sorprendió a todos: aquél en que el abogado negó la existencia de los tres mil rublos y, por lo tanto, la posibilidad de que se hubiera cometido el robo. -Señores del jurado, lo más sorprendente de este caso es la acusación de robo, a la vez que la imposibilidad absoluta de indicar a ciencia cierta lo que se ha robado. Se dice que han desaparecido tres mil rublos, pero nadie sabe si este dinero ha existido realmente. Juzguen ustedes. Ante todo, cómo nos hemos enterado de la existencia de esos tres mil rublos y quién los ha visto? Sólo sabemos lo que nos ha dicho el sirviente Smerdiakov: que estaban en un sobre en el que se habían escrito unas palabras. Smerdiakov habló de este sobre, antes del suceso, al acusado y a Iván Fiodorovitch. También informó a la señorita Svietlov. Pero ninguna de estas tres personas ha visto el dinero. De aquí que no podamos menos de preguntarnos: si este dinero ha existido verdaderamente, y, si Smerdiakov lo había visto, cuándo lo vio por última vez. Además, no pudo ocurrir que Fiodor Pavlovitch, sin decírselo a su criado, retirase los billetes de su cama y los volviera a guardar en la cajita donde los tenía habitualmente? Observen ustedes que, según Smerdiakov, el sobre estaba escondido debajo del colchón. Por lo tanto, el ladrón tuvo que...
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Часть текста: Capítulo VIII. Disertación sobre Smerdiakov CAPÍTULO VIII DISERTACIÓN SOBRE SMERDIAKOV -Veamos ante todo de dónde proceden tales sospechas. El primero que denunció a Smerdiakov fue el acusado, el día en que lo detuvieron. Antes de este día no había hecho la menor alusión a la posibilidad de que el sirviente de su padre fuera culpable. Otras tres personas han confirmado esta opinión: los dos hermanos del acusado y Agrafena Alejandrovna Svietlov. Pero Iván Fiodorovitch no ha hablado de estas sospechas hasta hoy y bajo los efectos de un evidente ataque de demencia. Antes estaba convencido de que el autor del crimen era su hermano, y ni siquiera le pasó por la imaginación combatir esta idea. Ya volveremos a tocar este punto. El hermano menor ha declarado que no tiene ninguna prueba de la culpabilidad de Smerdiakov y que se basa únicamente en las palabras del acusado y en "la expresión de su semblante". Dos veces ha expuesto este argumento extraordinario. " La señorita Svietlov se ha expresado de un modo todavía más extraño: ha dicho que debíamos creer al acusado porque es un hombre "incapaz.de mentir" . Esto es todo lo que han alegado contra Smerdiakov estas tres personas evidentemente interesadas en la suerte del acusado. Sin embargo, la acusación contra Smerdiakov ha circulado persistentemente. Podemos, en verdad, darle crédito? Al llegar a este punto, el fiscal juzgó conveniente esbozar el carácter de Smerdiakov, del que dijo que había puesto fin a sus días en un ataque de locura. Manifestó que era un ser débil, de escasa cultura, trastornado por ideas filosóficas que no estaban a su alcance, aterrado por ciertas doctrinas modernas que le inculcaban, en la práctica, el ejemplo de la...
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Часть текста: me detuve, sumido en mis reflexiones, delante de mi pequeña maleta. -No convendría quizá meterlo en la maleta hasta mañana? -pregunté volviéndome a Polina, de quien me acordé de pronto. Ella seguía inmóvil en su asiento, en el mismo sitio, pero me observaba fijamente. Había algo raro en la expresión de su rostro, y esa expresión no me gustaba. No me equivoco si digo que en él se retrataba el aborrecimiento. Me acerqué de prisa a ella. -Polina, aquí tiene veinticinco mil florines, o sea, cincuenta mil francos; más todavía. Tómelos y tíreselos mañana a la cara. No me contestó. -Si quiere usted, yo mismo se los llevo mañana temprano. Qué dice? De pronto se echó a reír y estuvo riendo largo rato. Yo la miraba asombrado y apenado. Esa risa era muy semejante a aquella otra frecuente y sarcástica con que siempre recibía mis declaraciones más apasionadas. Cesó de reír por fin y arrugó el entrecejo. Me miraba con severidad, ceñudamente. -No tomaré su dinero -dijo con desprecio. -Cómo? Qué pasa?...